viernes, 4 de noviembre de 2011
Bondades de la quiebra
Hace meses que no tengo ni siquiera para comprar un pan. Desde que perdí mi trabajo, no he hecho otra cosa que robarme los periódicos que los transeúntes dejan en los sillones de los parques y buscar trabajo en los clasificados como un condenado. He llevado mi currículo a más de doscientas empresas y la respuesta siempre es la misma. Lo llamaremos, dicen autómatas los jefes de recursos humanos. Los maldigo a todos. Hace poco gasté el último cubo de panela que me quedaba en la despensa y de la provisión de arroz que me regaló mi vecina por caridad ya no queda ni para media ración. Barbado, hambriento y rendido por la desesperación, me dirijo a la cocina a ver si al menos un espejismo me devuelve la esperanza. Cuando abro la nevera, rebusco entre su vaciedad y lo único que encuentro es una manzana podrida e infestada de gusanos. Qué suerte, pienso. La cena de esta noche será suculenta.
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6 comentarios:
La realidad de un presente y terrible certeza de un futuro.
Bueno un abrazo
En estos tiempos que nos han tocado, me pregunto si tu micro es pura ficción o realidad pura.
Duro, lacerante, sin atisbo de piedad.
Buen trabajo!!!
Has retratado la realidad de muchas personas.
Excelente
Besitos
Me has recordado a un cuentero que vi en el metro Insurgentes de la Ciudad de México. Esteban, hemos padecido este cuento, tocará imaginar la comida, como los niños de Nunca Jamás. Saludos.
Tiene que cambiar el sistema por completo. Mientras tanto yo no pienso votar a la mafia y a la corrupción.
Ramón, ni presente ni futuro cuando no hay para donde ir. Gracias por pasar. Bienvenido cuando quieras.
Pedro, para responderte, diría la frase del blog de mi amigo Víctor Lorenzo: La realidad supura la ficción.
Elysa, ¿las nuestras? Un beso.
Eskimal, me recuerdas un microrrelato de hace tiempo, presente en mi libro. Va mi abrazo.
Garcibáñez, la realidad es el placebo del progreso. Un abrazo y gracias por pasar.
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