lunes, 6 de julio de 2009

Real

El oso; enfurecido, impiadoso y violento; arremetió con ímpetu sobre la pequeña rubia. Ella, que no entendía lo que sucedía, cayó al suelo haciendo crujir la madera como una nota desafinada de violín. El animal abrió su hocico logrando que retumbara la habitación con un violento bramido y luego, sin dejar de gruñir, le mostró la extensión de sus gigantes colmillos. La niña, al borde del desmayo, empezó a gritar pidiendo auxilio. Pasmada, miró alrededor del cuarto con el rabillo del ojo en búsqueda de una salida. La fiera se paró en dos patas con instinto asesino y de un salto llegó hasta la chiquilla. Sacó sus garras afiladas como navajas y de un golpe certero envió a la niña contra una de las paredes. Tembló. La bestia emprendió una nueva carrera contra ella y arañó sus vestiduras. Mientras su atuendo se rasgaba, tres hilos finos de sangre brotaban como ríos hacia el suelo. Aturdida y muerta de miedo, Ricitos comprendió que no estaba en un cuento.

20 comentarios:

Víctor dijo...

Ufff. Bueno éste, Esteban.

Saludos lelos!!!

Verónica Calvo dijo...

Ahí vaaaa!!!!!!....

Nancy dijo...

¿No? ¡Ay, qué crueldad!

Alejandro Ramírez Giraldo dijo...

¡Aaaaahhhhhh! Quien la manda a estar en la cuento equivocado habiendo otros príncipes azules (o sapos, que es lo mismo)esperándola en otras historias.

Al pie del cañón,

Campanula dijo...

Esta muy bueno, pero yo creo que ella tan solo queria creer por un instante que la fantasia era mejor q la realidad.
un abrazo

Anónimo dijo...

Y mucho menos en uno infantil...
La verdad, me sorprendió el final, pensé que la cosa iba para otro lado totalmente distinto. Muy bueno!!!!

la falsa alicia dijo...

excelente Esteban!!!
me encantó el final.

Martín Gardella dijo...

Muy original! Menos mal que fue solo un oso, y no los tres del cuento! Un abrazo

Esteban Dublín dijo...

Víctor, gracias. Saludos Dubliners.

Ananda, ¡pobre Ricitos!

Nancy, eso sí quién la manda a la Ricitos a comer, beber y dormir donde no la han invitado.

Alejandro, ahí está. Quién la manda, ¿sí o no?

Campanula, eso creía ella. Pero ahí está demostrado porque la realidad supera ampliamente a la ficción.

Lauri, es que esta Ricitos fue muy abusiva, siempre pensé lo mismo.

Alicia, muchas gracias. Un beso grande, qué rico verte por aquí de nuevo.

Martín, y eso que me faltó aclarar que era el oso papá.

Martín Franco Vélez dijo...

Genial: por fin le dieron su merecido a la usurpadora de Ricitos...

Female dijo...

Siempre en el lugar equivocado.. Lo normal es que no entienda nada, pero me gusta no entender.

Un beso desde mi soledad

Esteban Dublín dijo...

Martín, estoy de acuerdo con el calificativo y siempre pensé lo mismo: Ricitos era una usurpadora y abusiva.

Female, ¿por qué no entiendes?

Pupila dijo...

Me siento identificada con Ricitos en este cuentito.

Me gusta ese nombre, Esteban Dublín, me encanta cómo te has sabido llevar con los micro cuentos frescos. Te gusta mucho ese estilo, y te sienta muy bien.

Abrazos.

P.s. he estado ausente de internet, y así seguiré un tiempo, pero cada vez que pueda echaré un ojo por acá buscando un poco de tu simpatía.

Esteban Dublín dijo...

Pupila, no sabes lo bien que me hace tu comentario. Ya sabes que esta es tu casa. Un abrazo enorme.

Female dijo...

No entiendo el cuento... Mi capacidad de entendimoento se cerró... y aunque los comentarios me dan una noción, el cuento se me voló.

Pero me gusta, cada vevz disfruto más no entender. Un beso

Esteban Dublín dijo...

Jajajajaja. Ok, pero te lo voy a explicar. Ricitos de Oro es un cuento de una niña que llega a la casa de tres osos a comer su comida y dormir en sus camas. En el cuento a Ricitos no le pasa nada. En este no está en un cuento.

Female dijo...

Creo que eso de entender los cuentos puede llegar a ser muy divertido... Ehhhh, me gusta tu cuento. Corrección, me gusta tu explicación... qué maravillosa parte del cuento el cuento en sí mismo. Mil gracias, un beso

Esteban Dublín dijo...

Con mucho gusto, señorita.

yacasinosoynadie dijo...

desde el comienzo me olía el final pero eso no le restó impacto al cuento... excelente Esteban

Esteban Dublín dijo...

¿En serio, Jorge? ¿Te lo oliste? Bueno, la idea era que ni se lo olieran, pero ta' bien.

Un abrazo.