jueves, 9 de octubre de 2014

La costumbre

En las mañanas, después de levantarme y dirigirme a la cocina, aún pongo dos cacerolas y en cada una, dos huevos para fritar. Preparo dos vasos de jugo de naranja y dispongo dos platos para poner las tostadas. Sirvo en la mesa sobre cada uno de los dos individuales y te grito de cara a la habitación para que pases a desayunar. Demoras uno, dos minutos, pero no respondes. Te insisto. Luego recuerdo que te has ido. Mastico con desgano el huevo frito de mi plato y observo con dolor cómo se enfría sin compasión el del tuyo.