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jueves, 9 de octubre de 2014
La costumbre
En las mañanas, después de levantarme y dirigirme a la cocina, aún pongo dos cacerolas y en cada una, dos huevos para fritar. Preparo dos vasos de jugo de naranja y dispongo dos platos para poner las tostadas. Sirvo en la mesa sobre cada uno de los dos individuales y te grito de cara a la habitación para que pases a desayunar. Demoras uno, dos minutos, pero no respondes. Te insisto. Luego recuerdo que te has ido. Mastico con desgano el huevo frito de mi plato y observo con dolor cómo se enfría sin compasión el del tuyo.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Canción de invierno
Una mujer se había enamorado de la lluvia. Se ilusionaba con los nubarrones, se alegraba con la llovizna, se excitaba con los aguaceros. Añoraba el invierno durante todo el año. Cuando llegaba, salía a las calles, se sentaba en el prado helado de los parques y escribía sus cartas de amor en medio de la tempestad. Por supuesto, vivía enferma y sus padres le prohibieron las salidas al frío de los temporales. Rebelde, sin embargo, una noche de diluvio escapó de casa buscando el origen de los truenos. Murió sumergida en un lago al que se lanzó para emular la imagen de las gotas rebotando sobre el agua. Nunca encontraron el cuerpo. Algunos dicen que se transformó en rocío y que se la escucha cantar cada vez que cae granizo.
miércoles, 25 de septiembre de 2013
Virtudes de un antagonista
Llega un momento para todo ser humano en el que la naturaleza le impone un enemigo. Un adversario al cual es preciso vencer en las lides que impone la vida, un rival que hace obligatoria esa dolorosa preparación previa al primer campanazo. Y como el hombre es competitivo per se, este oponente se hace vital, necesario, útil. Sin él, el combate pierde sentido y las ansias de triunfo quedan relegadas a un anecdotario inútil. Solo un enemigo es capaz de sacar lo mejor de su contrincante. Solo un verdadero antagonista puede consolidar las virtudes de su oponente. Por eso, amor mío, no me juzgues. Por eso es que yo soy el tuyo.
miércoles, 11 de septiembre de 2013
Conjuro
A Felipe Garrido
miércoles, 21 de agosto de 2013
¿Entonces te vas?
Entonces te vas dice como si su pregunta fuera la respuesta. Entonces te vas es lo único que se atreve a musitar como si mi ausencia resolviera tantos años de terrible compasión. Entonces te vas interroga como una afirmación extendida a la imposibilidad de vernos por más de dos minutos sin asomo de una discusión. Entonces te vas, confirmación de que nuestro amor fue arrollado de manera implacable por la rutina. Entonces te vas, sentencia inequívoca de que se nos agotaron las palabras. Entonces te vas, camuflaje infame de nuestra separación definitiva.
—No —respondo sin dudar un segundo mi siguiente oración—. Me quedo.
—No —respondo sin dudar un segundo mi siguiente oración—. Me quedo.
miércoles, 5 de junio de 2013
Misterios del amor en pareja
Cuando desperté, no advertí en realidad de la anomalía. Solo un par de horas después, mientras desayunaba mi cereal, me percaté de que no aparecías en nuestras fotografías. El lugar que ocupabas en cada una de ellas ahora pertenecía a un traslúcido al que no le encontraba explicación alguna. En la de nuestro matrimonio, aparecía solo yo, con el prado y la decoración de fondo, abrazado al vacío. En la que nos tomamos cuando novios, solo yo miro a la cámara, con ese bigote adolescente y el peinado de la época que ahora me resultan ridículos. Busqué ansioso en la caja que guardamos el día que decidimos vivir juntos, pero en todas esas, incluso, tu desaparición seguía siendo la constante. No estabas en la de la visita a la costa, ni en del viaje a Chile, ni siquiera en la que nos tomamos en el aniversario de tus padres. Imaginé que era un sueño, una pesadilla para ser más preciso, pero todo volvió a la normalidad cuando escuché tu voz, ese grito nítido y grueso que tienes cuando te levantas y me pides desde el baño que te prenda el calentador para que puedas ducharte.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Búsqueda
Unas escalinatas de madera vetusta en espiral, el sillón rojizo emblema del parque municipal, un paradero que conduce a la zona norte, un arbusto de toronjil con frutos caídos a sus raíces, el portón de la librería judía, la pendiente de un puente con barandales de hierro. Manuel Ovalle sigue estos lugares con sus fotografías, captura cada espacio con la certeza de que la mujer de su vida estuvo presente en ese lugar. Obsesionado, recorre cada detalle de la ciudad en búsqueda de las postales que lo conduzcan a su encuentro. Ella, sin embargo, siempre está un paso más adelante.
miércoles, 13 de marzo de 2013
Reencuentro
Este no es un viaje cualquiera. Estamos a punto de llegar y no dejo de pensar que son nueve las horas de trayecto, pero que son quince los años que llevo esperando este momento. La única comunicación que tuvimos este tiempo fueron las cartas que me enviaba sin falta los 14 de cada mes y las llamadas que yo le hacía semanalmente. Con lo poco que decía, igual alcanzaba a distinguir entre líneas lo que estaba sintiendo. Y claro, cómo iba cambiando conmigo, aunque siempre me lo negara. Ni una foto me envió en todos estos años, a pesar de mi insistencia. Ya me dijo toda mi familia que este es viaje y tiempo perdidos, pero no puedo seguir en la incertidumbre ni un día más. El autobús se detiene. Las punzadas en el estómago se me intensifican con cada segundo. Bajo mi equipaje y desciendo del autobús. Lo reconozco de inmediato. Apenas sonríe. Este no es un viaje cualquiera.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Mudanza
Todas las cosas estaban empacadas. Me acerqué al cuarto de huéspedes y, con el fin de descartar que hubiera olvidado algo, abrí el estante donde encontré la cajilla prohibida. Desparramadas en su interior, una serie de cartas y algunas fotografías me recordaban ese amor que me dejó moribundo, al borde de la locura. En lugar de prenderles fuego, empecé a releerlas. Repasé cada fecha, recordé cada lugar, rememoré los detalles de cada detalle. Al reverso de cada fotografía, también hallé nuevos recuerdos que me llenaron de nostalgia y una melancolía casi insoportable. Horas después de dolorosa lectura, cerré la caja y la dispuse con las otras, mezclada al azar con el resto de la mudanza.
miércoles, 6 de febrero de 2013
Memoria de un recuerdo
No sabía con certeza dónde había dejado todos mis recuerdos. Saqué todas las gavetas de mi habitación, levanté el polvo, corrí los muebles, rompí los pisos, escarbé entre mi ropa vieja, busqué por todos los rincones de la casa. Por un momento pensé que los había dejado colgando en el tendedero, pero luego descarté la idea por simple intuición. Aún me quedaba la vaga reminiscencia de tu número telefónico y lo marqué con un poco de dificultad. En el momento que te pedí que vinieras, no advertí del error. Te vi y lo supe inmediatamente. Todos se habían ido contigo.
miércoles, 23 de enero de 2013
Intérpretes del silencio
Durante los últimos meses, el que más frecuenta esta casa es el silencio. En ocasiones, es ella quien se despierta para preparar desayunos con café como denominador común. Algunos domingos, soy yo el que recoge la loza y se ocupa de la limpieza de la cocina. Nos cruzamos por los pasillos, nos sentamos en la misma mesa, dormimos en la misma cama. Cualquiera que sea el tiempo o el espacio, nuestra conversación se limita a los suspiros. Aquí las palabras quedaron guardadas en los cajones, escondidas entre las cartas de amor que nos enviábamos en plena necedad adolescente. Los diálogos se refugiaron en los compartimentos, cubiertos por los regalos que siempre esperamos estrenar para alguna ocasión especial. Las promesas se esfumaron con el olor del salitre, evaporadas en los anhelos de un tiempo mejor que jamás llegó. A veces pienso que quiere volver a hablarme e interpreto las listas de mercado que suele dejarme sobre la mesa de noche como pistas de un posible acercamiento. Hasta ahora, no he logrado descifrar ninguna.
lunes, 21 de enero de 2013
miércoles, 3 de octubre de 2012
Universo
Los lunares de mi mujer componen un universo. De sus labios carnosos como un filete, paso al Neptuno de su cuello, que se ensancha al compás de su respiración, entrecortada por los antojos de mi lengua. Debajo de su pecho, me tropiezo con tres estrellas azabache que me dirigen sin remedio hacia el sur que llaman Venus, donde suelo quedarme suspendido, extraviado por los punticos que cincelan su piel como amagos de sombras. Ahí, sobre su túnica invisible, me convierto en víctima de la antigravedad y me pierdo en el infinito de su galaxia. Para siempre, para siempre.
miércoles, 30 de mayo de 2012
Las noches perdidas
Preso aún de los sueños eróticos, suele sucederme que horas previas a la madrugada, me imagino amando a una mujer distinta a la que duerme conmigo. Los roces suculentos, las caricias atrevidas, los besos prohibidos. En pleno goce quimérico debajo de las sábanas, me despierto replicando los movimientos que ejecuto en mis sueños. Es así que la oscuridad de mi habitación se ha terminado convirtiendo en testigo presencial de una realidad que segundos u horas antes, no lo sé ya que me es imposible determinar el tiempo exacto de los sueños, solo sucedía en mi imaginación.
Ahora mi esposa no se me insinúa en las noches como solía hacerlo años atrás, pero sí he llegado a escucharla rezando entre murmullos, rogando para que vuelva a soñar esa noche, así no sea su nombre el que pronuncie.
Ahora mi esposa no se me insinúa en las noches como solía hacerlo años atrás, pero sí he llegado a escucharla rezando entre murmullos, rogando para que vuelva a soñar esa noche, así no sea su nombre el que pronuncie.
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