viernes, 28 de junio de 2013

Verse publicado

Cinco años después de la aventura diaria que me ha llevado escribir este blog, me parece pertinente la idea de confesar lo inconfesable. Mucho antes de dedicarme al microrrelato, escribí dos novelas. La primera se llamó Persecución y la segunda, La amargura de la libertad. Con solo recordar lo increíblemente obvios que resultan los títulos, ya podrán imaginarse el adefesio con el que podrían encontrarse si es que deciden leerlas. Pero bueno, qué le vamos a hacer… Era joven… El caso es que estas novelas fueron un capricho adolescente que, además de mal escritor, me hicieron editor y, para colmo, impresor. Repito, era joven…

Todo este preámbulo para traer a colación que la primera vez que me editaron fue, para qué vamos a negarlo, un espaldarazo que recibí con mucha alegría. Camilo Jiménez, editor colombiano al que admiro y respeto profundamente, tuvo la osadía de invitarme a publicar en uno de los números de El malpensante, una de las revistas culturales más representativas del país, y allí me vi, como quien se mira a un espejo y no puede creer lo que se refleja.

Un año después, Sergio Gaut vel Hartman; un gran escritor y editor argentino que se encuentra al frente de varios blogs dedicados al cuento, el microrrelato y el hiperbreve; me informó que quería uno de mis textos para la segunda versión de una serie conocida como Grageas, que edita Desde la gente en Buenos Aires. Incrédulo, le envié un par y en fue 2010 que tuve la alegría de ver uno de los cuentitos en un libro. En esta antología, que fue mi júbilo iniciático, también aparece mi entrañable amigo internacional Víctor Lorenzo.

Ya después vinieron las publicaciones en La Gaceta, el suplemento cultural de El País, el diario más importante de Cali; en Los comprimidos memorables del siglo XXI, que sirvió como libro conmemorativo del Congreso de Minificción que se celebró en Bogotá y donde también aparece mi otro gran amigo internacional Martín Gardella; en la antología de Art Gerust, que compiló la absurda cifra de 200 microrrelatos finalistas de su concurso de terror sobre Poe; en el libro de la Microbiblioteca, que sí me llenó de orgullo porque seleccionó los micros finalistas y ganadores del año 2011 del prestigioso Microconcurso y, por último, en un diario argentino de Santiago del Estero llamado El Liberal, que me publicó un texto navideño.

El tema de mi primer libro de microrrelatos ya es caso aparte, aunque dado a confesar, debo decir que su título ahora me parece terrible. Espero que del segundo, en caso de que se edite, no me haga arrepentir tres años después de su aparición.

Sea como sea, el tema es que la idea de que una editorial se interesara en lo que escribía siempre me pareció complicadísima, pero Rubén Blades tiene razón, por algo dice que la vida te da sorpresas, ya que, además de Manu Espada por De antología, un libro del que se ha hablado mucho en el mundo bloguero, más cuentitos tendrán padrinos. Uno de ellos es Carlos Paldao, que coordina una publicación para una organización académica de Nueva York conocida como ANLE, y el otro es el escritor catalán David Roas, que tiene un número de habitación que no se puede sacar de la cabeza y por eso me ha invitado a escribir sobre ella.

Yo no puedo estar más feliz, pero ya, no puedo decir más.

miércoles, 26 de junio de 2013

Llegó a Colombia

Gracias a Mariano Vega y, claro, a la gestión de Manu Espada y Rosana Alonso, he recibido en mis manos De antología. A primera vista, los microrrelatos que he leído me han parecido muy buenos. Es un gusto compartir con tantos amigos de la generación llamada blogger, tanto conocidos como desconocidos.


lunes, 24 de junio de 2013

viernes, 21 de junio de 2013

Busagua Íctira

Busagua Íctira fue la primera mujer que sirvió de conejillo de Indias para la vacuna contra el alzhéimer.
Siempre estuvo obsesionada con el miedo a perder la memoria.
Decía que era un mal hereditario, y que su mamá, Brúdila Mancal, había protagonizado años de osos y pesares, con ese mal que mes a mes crecía, hasta convertirla en el dizgarate del vecindario.
Tan pronto el Instituto de Investigaciones Científico Médicas invitó voluntarios dispuestos a experimentar la vacuna, Busagua fue la primera en presentarse.
Diríase que cuando vacunaron a Besagua no habían acabado el invento.
Busagua terminaba de apuntarse la blusa cuando salió del cubículo donde le inyectaron la sustancia experimental en el hombro derecho, hundiendo a fondo la aguja, hasta hacer que salieran salpicaduras de sangre y agua sobre su brasier. En ese momento empezó a oír los primeros compases del carcamal que se acababa de instalar en la puerta del centro de salud con su violín encajado entre la quijada y el hombro izquierdo, y su sombrero vueltiao bocarriba sobre el suelo, para recoger la paga de sus pipos y rederas.
El músico, petronífilo y desguarambilado, ahuyentaba a burgueses y proletarios, a ínfilos y sarraplanos. Olía a distrófila putrefacta. Hedía. Pero interpretaba a Julio Jaramillo como no lo hacía nadie más en la Tierra, como los querubines y serafines de la orquesta de cuerdas del más alto cielo.
Busagua se detuvo, aún limpiándose las gotas de sangre que salían de su hombro, oyó la melodía completa, desde cuando el violín decía
En la vida hay amores 
que nunca pueden olvidarse; 
imborrables momentos 
que siempre guarda el corazón…
hasta cuando se le oyó decir …
que inolvidablemente 
 vivirán en mí. 
Todas las musias, vaguas, caldas, pipos y rederas se pegaron indeleblemente al cerebro de Busagua, que nunca pudo superar el pengelamiento, para el cual aún los laboratorios no han encontrado cura.

Fernando Ávila.

(Esta es la primera vez en la historia que publico un microrrelato ajeno en este blog. Lo consideré pertinente, teniendo en cuenta que el autor fue la persona que me enseñó a amar la literatura, mi padre)

miércoles, 19 de junio de 2013

Precios de la muerte

La muerte es un buen negocio. El problema en realidad solo es uno. De resto, ganancias por todo lado. Mire, ataúd ciento por ciento en roble con acabados y todo, sale por cinco millones novecientos, el servicio de velación o tanatorio le sale en millón cuatrocientos y para que los clientes no se preocupen por el tema del registro de defunción, nosotros nos encargamos de todos los trámites por un millón. Como valor agregado, ofrecemos el servicio de transporte en coche fúnebre por doscientos mil, el de tanatropasia para maquillar al difunto por doscientos también y nos encargamos del oficio religioso por un costo de cien mil pesos. En caso de que el cliente quiera algo más como flores o arreglos, o prefiera la cremación, el costo varía, pero en general, la familia termina pagando más o menos ocho millones por todo. Nuestro problema, como le digo, solo es uno. Los vivos.

viernes, 14 de junio de 2013

Fútbol y literatura

Muchos de ustedes saben que mi relación con el fútbol es muy estrecha. De niño, mi sueño era jugar en el equipo profesional de Millonarios y conseguir títulos. Sin embargo, el destino es azaroso y la vida me tenía preparados otros planes. Mi amor por el fútbol nunca amainó y el gusto por la literatura me llevó inevitablemente a coleccionar en mi biblioteca libros relacionados con ese deporte.

El primero de ellos fue un libro escrito por el periodista colombiano César Mauricio Velásquez en una obra dedicada a reconstruir los extraños hechos que condujeron a la muerte del defensa de la Selección Colombia, Andrés Escobar, a quien mataron por un autogol. Andrés Escobar en defensa de la vida se titula el libro que aún conservo en mi biblioteca, más por preservar el testimonio del nivel de locura y absurdo que habita en Colombia, que por su calidad literaria. Posteriormente, mi padre me obsequió De Pescaíto a la gloria, crónica del periodista costeño Fabio Poveda Máquez, en homenaje a la vida de ‘El Pibe’ Valderrama, un orgullo de futbolista 10 para los colombianos que continúa posicionándose como una referencia, a pesar de que su legado quedó atrás hace bastantes años ya.

Roberto Fontanarrosa
con la camiseta de
Rosario Central
En todo caso, hasta ese momento, no encontraba un nexo lo suficientemente poderoso entre el fútbol y la literatura. Eso, hasta que descubrí  Los cuadernos de Valdano, una serie de textos donde el excampeón mundial del 86 recopila sus reflexiones futbolísticas acerca de su carrera y de figuras como Kempes, Maradona, Sedoorf, Ronaldo, Cruyff, Guardiola o Maldini y las mezcla con la de genios de la literatura, coincidencialmente muy cercanos al microrrelato, como Borges, Monterroso, Amado, Benedetti o Soriano. En ese momento, pensé que el matrimonio era posible. Y el amor se hizo más fuerte cuando tuve la fortuna de encontrar Cuentos de fútbol, un libro enteramente dedicado al vínculo entre ambas pasiones seleccionado por el mismo Valdano que contenía cuentos de escritores tan reconocidos como Bernardo Atxaga, Eduardo Galeano, Julio Ramón Ribeyro, Juan Villoro, Manuel Rivas, Roberto Fontanarrosa y Mario Benedetti, quien consiguió que su relato ''El césped'' se convirtiera en toda una revelación para mí. Cuentos de fútbol derivó en una especie de espionaje hacia aquellos artistas, no solo escritores, que despertaban mi admiración y que, como yo, tenían un equipo de fútbol en su corazón. Así descubrí que el amor obseso de Fontanarrosa por Central, o de Serrat por el Barcelona o de Sabina por el Atleti resultaba muy similar al que yo le profeso a Millonarios.

Y ya que yo me confesé, me parece lógico que ustedes también lo hagan. ¿Cuál es el club de sus amores, al que le escribieron o le escribirían una historia? Compartan.

miércoles, 12 de junio de 2013

Cuentitos al francés

La semana pasada, fui testigo de un nuevo milagro que no sería posible sin las nuevas tecnologías. Gracias a Manu Espada, amigo y referente del microrrelato, tres de mis textos llegaron a Carolina Lepage y Justine Ladaique (ambas académicas universitarias), quienes amablemente tradujeron tres de mis microrrelatos al francés. Pero como si esa alegría no fuera suficiente, me realizaron una entrevista que fue publicada en Trababordo (Lectures D'ailleurs), el blog que dirige Carolina. A continuación, la comparto para todos ustedes.

Tradabordo:¿Cuánto hace que escribe y qué lo impulsó a escribir? 
Esteban Dublín: Creo recordar que escribo desde siempre. Antes de dedicarme al microrrelato, escribí dos novelas que hoy guardo en un baúl con algo de vergüenza. Con respecto al microrrelato, escribo textos desde el año 2008. Lo que me impulsó a escribir fue la naturaleza misma de contar historias. Creo que narrar es una necesidad humana.

T: ¿Qué clase de lector es? 
E. D: Uno bastante ecléctico. Mis lecturas adolescentes se relacionaron mucho con las caricaturas de Hergé y Gossiny & Uderzo. Posteriormente, abordar los clásicos se me hizo necesario y así llegué a Kakfa, Flaubert, Dostoyevsky, García Márquez, Borges, Tolstoi, Nabokov, Wilde, Shakespeare, Poe o Stevenson, entre muchos otros. De un tiempo para acá, alterno novelas de autores contemporáneos con el microrrelato, donde el libro impreso y el blog se han convertido en mis fuentes principales de información.

T: ¿Cuáles han sido sus principales fuentes de inspiración llegado el momento de escribir – ya sean del campo literario u otros? 
E. D: Ítalo Calvino, García Márquez, Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina y muchísimos otros más. Pero más allá de los autores, considero que la inspiración principal la encuentro en la calle. Como creativo publicitario, debo estar muy al tanto de las tendencias, ya sea para saber a dónde dirigirme o, por el contrario, para determinar cómo puede resultar interesante modificar la línea de esa tendencia.

T: ¿Cuando escribe, piensa en el « lector », si así fuera, quién / cómo / dónde está? 
E. D: En realidad, no pienso en el lector de una manera consciente. Solo cuando veo el resultado final de mi texto, me pongo en ese lugar. ¿Es claro este texto? ¿Está aportando algo nuevo al lector? ¿Está valorando su ingenio? ¿Lo consideraría literatura? Esas son las preguntas que me hago, pero solo salen a la luz en un momento final, previo a la publicación.

T: Cuando está falto de inspiración, ¿dónde o cómo la encuentra de nuevo? 
E. D:Leyendo. Lo he probado y comprobado varias veces. La lectura es mi fuente inagotable de reinterpretación.

T: ¿Nos puede hablar un poco del cuento traducido aquí? 
E. D. El primero, "Serial", es un microrrelato inspirado en la idea de que todo tiene una relación entre sí, es esa imagen recurrente de que las cosas están conectadas y que nada pasa si no existió una causa previa. Es un microrrelato que refleja una imagen muy propia del Caribe colombiano y que me resulta muy emocionante por esa razón. "Bromas del tiempo" es una idea recurrente que surge alrededor de los misterios que encierra el tiempo, de qué es lo que pasaría si el tiempo, de repente, decidiera modificar las horas a su antojo. "De lo humano y lo divino" es un microrrelato que nació de un texto leído en el blog de Javier Puche (La puerta falsa). Narra el esfuerzo de un ángel por cumplir su labor de guardián y la posibilidad del fracaso aún en la divinidad.

T. ¿Qué impresión le causa saber que su cuento está siendo traducido? 
E. D: Es un orgullo inmenso. Cuando escribo, no pienso cuáles serán los efectos posteriores de mis textos, pero que resulten premiados, antologados o traducidos es una felicidad difícil de describir.

T. ¿Qué opinión le merecen las nuevas tecnologías en lo que a literario se refiere? 
E. D: Debo empezar por decir que si no fuera por mi blog, tal vez no tendría un libro publicado, ni textos premiados, ni estos microrrelatos traducidos. Los cuentitos se ha convertido en la plataforma vital de mis publicaciones, porque es la que ha sustentado la base de todo lo que me ha sucedido como escritor. Las redes sociales, por su parte, han contribuido mucho a la difusión y me parece que desconocer las nuevas tecnologías resultaría excesivamente inocente. El arte se modifica todo el tiempo y la literatura, a través de otras plataformas, no puede desconocer esa realidad. Por el contrario, adaptarlas no solo me parece necesario, sino también lógico.

T. ¿Si estuviera en el lugar de Rilke, qué consejos le daría a un « joven poeta / escritor »? 
E. D. Que antes de lanzarse a escribir, lea. Que cuando se lance a escribir, pula. Que cuando escriba, relea.

lunes, 10 de junio de 2013

Mantuquenia

Se equivoca, señor, este no es el lugar que usted busca. Ese pueblo está mucho más allá y un poco más acá de lo que parece. Está en la frontera y a la vez en el limbo. Bastante lejos, por cierto, aquí no más a un par de calles. Allá y aquí. Buen viaje.

viernes, 7 de junio de 2013

Las ciudades invisibles

Cuando lo leí por primera vez, no sabía a ciencia cierta que los textos de Ítalo Calvino podrían catalogarse entre lo que hoy ustedes y yo clasificamos como microrrelatos. Básicamente, fue un libro que me marcó, una de esas obras que sabía que, leyera lo que leyera después, jamás se me iba a olvidar. Las ciudades invisibles fue, incluso, el punto de partida, la inspiración más evidente de los microrrelatos que denominé como Zonas anónimas en Los cuentitos y de los cuales diecinueve están recogidos en mi primer libro. Esta entrada viene al caso, porque hace poco menos de un mes lo releí en su totalidad. Esta vez, la sensación fue distinta. Fue como recorrer lugares que había visitado antes, pero con una admiración manifiesta de la cual era imposible desligarme. Cada nueva ciudad me atrapó de nuevo, no solo por la idea concebida para ella, sino por la maestría con la el autor logró describirla, usando como excusa las anécdotas que Marco Polo le narraba a Kublai Kan. Las ciudades invisibles se ha convertido en mi libro imprescindible, el lugar al que me resulta inevitable volver, porque, quiéralo o no, siempre voy a querer evocar la literatura que Calvino logró en estas páginas. Es mi referente, pero también, mi polo a tierra. Es mi cumbre, pero también, mi tormento. Bendito seas, Calvino, por esta obra. Maldito seas, también, por dejar el listón tan, tan arriba.

miércoles, 5 de junio de 2013

Misterios del amor en pareja

Cuando desperté, no advertí en realidad de la anomalía. Solo un par de horas después, mientras desayunaba mi cereal, me percaté de que no aparecías en nuestras fotografías. El lugar que ocupabas en cada una de ellas ahora pertenecía a un traslúcido al que no le encontraba explicación alguna. En la de nuestro matrimonio, aparecía solo yo, con el prado y la decoración de fondo, abrazado al vacío. En la que nos tomamos cuando novios, solo yo miro a la cámara, con ese bigote adolescente y el peinado de la época que ahora me resultan ridículos. Busqué ansioso en la caja que guardamos el día que decidimos vivir juntos, pero en todas esas, incluso, tu desaparición seguía siendo la constante. No estabas en la de la visita a la costa, ni en del viaje a Chile, ni siquiera en la que nos tomamos en el aniversario de tus padres. Imaginé que era un sueño, una pesadilla para ser más preciso, pero todo volvió a la normalidad cuando escuché tu voz, ese grito nítido y grueso que tienes cuando te levantas y me pides desde el baño que te prenda el calentador para que puedas ducharte.

lunes, 3 de junio de 2013

Desviaciones de la licantropía

Esta noche, el lobo se siente distinto. No quiere seguir caminando solitario entre los arbustos, ni buscar ciervos para saciar el hambre y, mucho menos, aullarle a la luna. Esta noche, tan solo quiere ser un hombre más.

Volver

Vuelvo. Sí, espero que sea para quedarme. No está de más pedirles excusas por este prolongado tiempo sin publicación. El trabajo, las obligaciones, la familia, los proyectos individuales, todo, absolutamente todo requiere tiempo. El caso es que me rehúso a dejar de lado este espacio que hemos creado entre ustedes y yo. Los cuentitos son parte esencial de mi vida. La idea de abandonar es recurrente, pero me resulta imposible. Después de más de cinco años, sigo convencido de que queda mucha tela por cortar y muchas historias por contar. De cualquier modo, les pido paciencia. Quizá me ausente en algún momento, pero prometo que me mantendré firme en mi intención de escribir. Así solamente sea por un asunto de disciplina. Sin más, vuelvo al ruedo y espero que ustedes sigan ahí. Gracias.