miércoles, 18 de diciembre de 2013

No basta

No basta que arrecie una tempestad en tiempos donde la aridez y la sequía hayan forjado su imperio.
No basta que se levanten los mirlos ni que creen una sinfonía con el fin único de inquietar las virtudes del silencio.
No basta que la lluvia deje de irrumpir los tejados y mucho menos que los caracoles que adornaron mi niñez retornen en forma de epifanía.
No basta, te juro, ni siquiera la benevolencia de una memoria capaz de emular los versos que se grabaron una vez y el tiempo o su inclemencia fueron desapareciendo.

No bastan los rubíes, los cánticos, los almendros, los finales ni las cañas portadoras de esperanza.
Tampoco bastan las bengalas, los suspiros, los atardeceres ni los pliegues de página que determinan la flexibilidad de los libros.
Nada bastan, ni siquiera, las figuras que se anteponen a las fórmulas o las inquietudes que contemplan aquellos que le abren espacio a la indignación.
Es que no basta el sombrero, la sabiduría, la lentitud ni asomo alguno que fundamente las bondades que trae consigo la temida vejez.

Hijo mío, es que no basta fantasía o ansiado laurel que se compare con este amor mío que, lejos de las presentaciones de la razón, no para de crecer por ti.

martes, 17 de diciembre de 2013

Llegará el día

Llegará el día en el que las mariposas se conviertan en huracanes.
El día en el que los truenos tomen forma de luciérnaga, de lirio, de remolino.
Llegará quizá la noche en que las estrellas apaguen su brillo por un capricho infantil y la luna se duplique contraviniendo las exactitudes del universo.

Va a llegar el día en que el destino llegue empacado en cintillas de caracola definidas con el adjetivo de interminables.
La tarde en la que el halo de luz que se cuela por las ventanas de los insomnes se transforme en polvo de hada, en risa de duende, en lágrima de centauro.
Una noche a las ocho de la noche que será destrozada por un trío de manecillas formada en la academia de la rebeldía.

Quizá llegue el día en que los ladridos tomen forma de susurros y los perros olviden lo aprendido para empezar a volar.
Llegará el día inconcluso donde el sol decida no ocultarse y los ladrones abandonen las calles tan solo para oler el pan o para burlar el hambre.
Tal vez llegue ese instante en que las humedades cuenten historias de ancestros y la fragancia del pasado se presente para dejar constancia de la jerarquía del recuerdo.

Y mientras llegan esos días que ansiaría cualquier canción, yo los olvido por el único que espero. Ese que llegues tú y me abraces con la mirada para decirme lo que aún no te enseñaron las palabras.

martes, 3 de diciembre de 2013

Canciones para Emmanuel

Emmanuel, el nombre que hemos elegido para nuestro hijo mi esposa y yo, ya nos alegra la vida con sus patadas desde la barriga. A partir de ahora y quizá por un tiempo prolongado, este blog solo estará dedicado a él. A continuación, comparto la primera canción que he decidido componerle.

Yo, el hombre que pensaba solo podía amar mujeres. 
Aquí estoy, hablándote a través de la barriga de tu madre. 
 Esperándote con las ansias de una final de fútbol. 
 Aguardando el momento que me permitas escuchar tu llanto. 
 Aquí estoy, amándote a ti, el hombre de mi vida.