jueves, 27 de agosto de 2009

Apología del color

Todo es blanco y negro. Si usted cree que los colores existen, tal vez deba saber que es una fantasía producto de su ingenuidad. Cuando usted asevera que el sol brilla, o que el cielo cambia de tonalidad, o, peor aún, que la naturaleza tiene una gama infinita de tintes, por favor, sólo distinga el nivel de cursilería al que ha llegado y, encarecidamente le pido, despierte. Creer que los colores son reales podría ser la mayor y más estúpida manifestación de la ridiculez humana. Esos matices con los que tanto se especula son tan sólo una bufonada más, increíblemente producida por una payasada barata y tonta llamada romanticismo. En todo caso y aunque la considero una creencia absurda, debo decir que la entiendo, porque en medio de todo, yo también soy un romántico. Por eso, a pesar de que no creo en los colores, lo que sí creo es que aparecen justo en el momento en que sonríe Campanula.

lunes, 24 de agosto de 2009

Revés

Hay un planeta en el que todo funciona al revés. No sólo el día es de noche, sino que el reloj corre en sentido contrario de tal modo que se nace viejo y se muere joven. Con respecto a la vida animal, la cadena alimenticia está completamente truncada así que fácilmente se puede ver a una oveja saciándose con la carne de un lobo. En la vida laboral, son los empleados los que mandan sobre sus jefes y los que aquí ocupan cargos de baja relevancia para las compañías, allá se desempeñan en las más altas esferas profesionales. Así mismo, cuanto más se come, más se adelgaza y, curiosamente, cuanto más se ejercita una persona, más débil se vuelve. Hoy un habitante de Revés ha llegado a la Tierra, pero se ha ido muy pronto. Dijo que sería imposible vivir en semejante caos.

jueves, 20 de agosto de 2009

Escriben microcuento sobre redactor de A-pin

Bogotá, 20 de agosto de 2009

Este jueves en la mañana, el escritor de microcuentos, Esteban Dublín, publicó un microcuento dedicado a Rule, redactor y colaborador de A-pin. “No sé en realidad de qué se trata”, dijo Rule a este diario. “Lo único que sé es que hace un tiempo me inscribí en la sección de Seguidores en el blog de Dublín, pero no tenía ni idea que por eso el tipo escribía cuentos sobre uno”. Según Dublín, escribir este minicuento no fue tarea fácil. “Ha sido una labor titánica”, manifestó. “No sabía si abordar el relato de Rule por el humor negro, por su gusto por el guion o por su simpatía con el cómic. Al final me he decidido por una microficción periodística”. Cuando A-pin interrogó a Rule acerca de sus impresiones con respecto a su cuento, declaró: “¿La verdad? Yo no entendí lo que hizo ese man. ¿El cuento es la noticia? ¿La noticia el cuento? Mejor dicho, me dejó grogui*” (Para A-pin, informó Nilbud Nabe Tsé).

*Grogui: término empleado popularmente cuando una persona queda aturdida o desubicada.

lunes, 17 de agosto de 2009

Una historia que se quedó sin título por empezar sin avisar

Esta historia, esta que en este preciso momento usted está leyendo, está intranquila. Era su momento gloria y las cosas no están saliendo como lo había planeado. El personaje principal no ha llegado y sin protagonista no puede haber historia, o eso, al menos, es lo que dicen los cánones. “¿Por qué no llega?”, se pregunta. “No me puede hacer esto”, piensa irritada (se supone los lectores no pueden ver estos pensamientos y menos que la situación se está saliendo de control. Por eso este fragmento está entre paréntesis). Lo más delicado es que esta historia ya va para su novena línea y aún no ha pasado nada interesante. “¿Qué hago?”, piensa. Es muy tarde. Ya ha quedado expuesta al público y lo peor es que el final está muy cerca. “¡Estoy acabada!”, dice. Tiene razón.

jueves, 13 de agosto de 2009

Babel

La vida de Sandra se ha convertido en una torre de Babel. Curiosamente, habla en castellano, piensa en euskera y escribe en sajón. Pero esa, en definitiva, es la parte sencilla. El verdadero lío es que su conocimiento lingüístico ha influido directamente en sus maneras de actuar. Sandra sonríe en bretón, baila en cantonés, juega en oriya, razona en hebreo, se enferma en guaraní, se alegra en kazajo, se indispone en moldavo, se emociona en portugués y llora en checo, sólo para poner algunos ejemplos. La confusión ha llegado a niveles insoportables, por eso Sandra ha optado por cortar de tajo con su problema. Hoy su lengua se subasta en Casa Christie’s.

lunes, 10 de agosto de 2009

El piano de Furanji

Era bien sabido que cada noche el Conde de Furanji conocía una nueva amante. Su belleza, su dinero y su poder eran razones suficientes para que las mujeres se derritieran en sus sábanas. Lo curioso era que cuando la pasión ardía en la habitación del Conde, su piano, sin intérprete alguno, empezaba a evocar solo una melodía que encendía el calor de los amantes. Las teclas se tocaban de manera independiente y, aunque nadie ejecutaba las notas, los sonidos estaban cargados de una enorme melancolía, de una pasión incontenible, de una tristeza particular. Solitario, el piano trataba de atraer una pareja con su música, como buscando el amor que le sobraba a su dueño.

jueves, 6 de agosto de 2009

Atemporal

Adentrándose en el valle de Anduriamenia, muy cerca del río Guapí, hay un lugar enigmático. Generalmente, todo el que llega hasta allí se sienta en una enorme piedra, encuentra unos viejos manuscritos aparentemente extraviados y movido por la curiosidad les echa un vistazo. Lo que sucede a continuación no tiene explicación alguna: mientras el caminante los va leyendo, el tiempo se va lentificando. Misteriosamente, los segundos se convierten en minutos; los minutos, en horas; las horas, en días; los días, en meses; los meses, en años y los años, en siglos. La devoción por la historia obnubila al peregrino y cuanto más desea apresurarse a conocer el final del documento, más despacio corre el reloj. Atrapado en una confabulación del tiempo, como pagando un impuesto por visitar el lugar, el ansioso viajero se queda leyendo la misma historia por toda la eternidad.

lunes, 3 de agosto de 2009

Tiempo

—¿Qué haces aquí? —preguntó la muerte.
—Me cansé de esperarte —respondió el anciano—. Vengo por ti.