lunes, 30 de julio de 2012

Recuerdos

Míralas a todas en la foto. Tú, mamá, la tía Carmenza y el fantasma de la abuela.

viernes, 27 de julio de 2012

El 'Loco' de La Nave

           Hace poco menos de dos años, tuve la fortuna de que el VI Congreso Internacional de Minificción se celebrara en Bogotá, mi ciudad natal. Allí pude acercarme a muchos de los escritores y críticos  que antes solo conocía por internet. En la foto, aparezco al lado de Fernando Valls. En su blog, La nave de los locos, he podido leer con deleite sus artículos y notas, donde no solo se dedica a escribir sobre microrrelato, sino acerca de literatura española y otras expresiones del arte. 
          Entre muchas otras lecturas, basta leer el prólogo que escribió para La máquina de languidecer de Ángel Olgoso y su nota Mi biblioteca de microrrelatos para la revista El Ciervo para entender por qué Valls es uno de los críticos y estudiosos de microrrelato más respetados del escenario actual. 
           El caso es que en un principio temí acercarme a él. Valls tiene fama de ser un crítico engreído con una larga lista de enemigos. Sin embargo, en medio de las conferencias y lecturas del Congreso, pude comprobar todo lo contrario. Fernando es un tipo muy divertido, con un humor negro finísimo, que te habla sin aspavientos de lo que sabe y de lo que cree. Creo que en eso radica su reputación: pocos alcanzan a leerlo entre líneas y resultan ofendidos. A mí, en medio de todo, me pasa algo similar. Quizá por eso simpatizo con su manera de ser. Generoso, admirador de Lagmanovich y Epple y deliciosamente sarcástico. Así recuerdo a Fernando, el hombre que se mueve al ritmo de vals, un paso en Barcelona, otro en Berlín. 

miércoles, 25 de julio de 2012

Rutina de un domingo

           Los domingos no me levanto. Duermo la mañana, pasa la tarde, llega la noche y yo sigo en mi cama, acurrucado entre mis sábanas como una cría temerosa. Apenas logra colarse un tímido rayo de sol por entre mi ventana, cubierta por el capricho de mis cortinas, esas mismas que preparo juiciosamente la noche anterior para que el día no logre arrebatarme la prolongación del sueño. El domingo soy el amo de la pereza, el padre de todos los vicios, el don del ocio.
          Hoy, sin embargo, es miércoles.

lunes, 23 de julio de 2012

Novedades

Mientras entra un halo de luz por la reja, yo saco mi espejo para detallar al último presidiario.

viernes, 20 de julio de 2012

Nueva sección: Anecdotario

            Hace 35 años, el periodista Glenn O'Brien entrevistó a Andy Warhol para la revista High Times. En su último número, la revista colombiana Bocas reprodujo la entrevista que leí por la fascinación que siempre me ha producido el genio de Warhol. En todo caso, debo decir que por más vigencia que tenga la entrevista o por más reconocimiento que haya recibido O'Brien por ella, sus preguntas me resultaron bastante insulsas. Incluso, hay un indudable tono de ironía en las respuestas de Warhol, que puedo interpretar como una burla ante la frivolidad del legendario periodista.
           Sea como sea, la franqueza que siempre caracterizó al artista norteamericano, despertó en mí una idea que me venía rondando en la cabeza desde tiempo atrás.
         Desde el año 2008, he venido reproduciendo en este blog de dos a tres historias por semana que han encontrado su expresión en el microrrelato. Y aunque enemigo de las etiquetas, me ha sido difícil alejarme de la manía de clasificar mis textos, como si se tratara de especies. No voy a mentir: visto así, el tema me parece repugnante.
          Pero volvamos a lo nuestro. Independientemente de que O'Brien haya concentrado su entrevista en liviandades, Warhol deja ver algo incuestionable: siempre hizo lo que quiso. Su éxito radica en que se expresó como le dio la gana. Rompió con los paradigmas del arte y creó un movimiento, a pesar de que podría convertirse en blanco fácil de la crítica. Es quizá hacia donde me gustaría llevar este blog. La disciplina me ha llevado a escribir los lunes lo que bauticé como Microscópicas (textos mínimos, de una, dos o hasta tres líneas) y a alternar entre los miércoles y los viernes, lo que muchos conocen como Mínimas Inconexas, Breves Intertextuales y, ocasionalmente, Micros con nombre propio.
           Durante la vida de este blog, ha pasado el tiempo, he hecho muchos amigos, he conocido más de lo que pensaba acerca del género y he tenido la fortuna de crear relaciones con referentes que le han dado una voz al microrrelato. Pero, porque hay un pero, debo decir que no siento la misma motivación que antes. No me interesa tanto buscar nuevos concursos, me resulta difícil no repetirme y atravieso por un momento en el que necesito una pausa.
            Semejante antesala que algunos tomarán como justificación, para anunciar que los viernes (los lunes y miércoles seguiré publicando micros), como hoy, los emplearé para hacer algo que quizá no cumpla con un rigor literario, pero que sí estará enmarcado dentro del ámbito de la brevedad: escribiré anécdotas. Actuales, pasadas, basadas en recuerdos, traiciones de la memoria o excusas de la simpleza. Dicho esto, dejo claro que a partir de hoy me alejaré del formato actual y crearé de otra manera. Quizá no la que merecen los lectores, pero sí la que necesito en este momento y que, como Warhol, me da la gana escribir.

miércoles, 18 de julio de 2012

Serial

En medio del zumbido de las libélulas y del cargante sopor tropical, una anciana se balancea sobre su mecedora de encina mientras teje a punto de cruz. A tan solo metros de su balcón, unos negros descamisados y azotados por el sol juegan al fútbol con una pelota de trapo. El que funge de portero desvía su atención hacia una muchacha de biquini rosa que usa la playa como pasarela y a quien le grita un soez piropo. Indiferente, la mujer va dejando las huellas de sus pies descalzos sobre la arena, arrastradas en segundos por el mismo mar en el que se adentra un chiquillo que acaba de encontrarse una gargantilla de plata enterrada en sus profundidades. En el crucero recién aventurado hacia el Atlántico, una extranjera acusa del hurto de su joya a un grumete que está pasando inadvertido al lado de su habitación. Y en la bodega del navío donde se presenta la discusión, viaja de contrabando un cargamento atiborrado de hilos, uno de los cuales quedó en las manos de una anciana que ahora cose desde su casa litoral y del que penden todos los sucesos.

lunes, 16 de julio de 2012

Carta abierta a mi padre

Padre querido:

           Empiezo esta misiva, antes que nada, extendiéndote la admiración que siempre me ha despertado tu talento y disciplina. Tal vez, quisieras que me dirigiera a ti para hablarte de algo en apariencia mucho más importante, pero por qué no pensar que la frivolidad del fútbol también pueda estrechar nuestros lazos.
          Quisiera, créelo, vivir el fútbol como tú lo vives. Sin sufrimiento ni dolor. Asumir las derrotas con gallardía y sin importancia. Bien si tu equipo ganó, bien si tu equipo perdió. Eso habla de manera inequívoca de tu sensatez y de que has elegido ponerle el alma a las cosas que realmente valen la pena.
          Me pongo a pensar en qué momento este deporte se me convirtió en un asunto tan relevante. Previo a cada partido del equipo del que tú inconscientemente me hiciste hincha, aún se me crea en el estómago un vacío insoportable que ni siquiera un gol a favor logra desvanecer. Pienso inevitablemente en el empate rival y de ahí en adelante, en todo tipo de debacle por bueno que sea nuestro juego. La derrota me deprime, pero la victoria solo hace que piense en el partido siguiente. Nunca tengo un instante de paz.
          Nunca ha existido una rivalidad entre los dos por el amor a los colores. Así como tú simpatizas con el rojo de Santa Fe, yo amo el azul de Millonarios con una pasión desenfrenada y casi demente. De todos modos, quiero que sepas que a pesar de que he conocido a muchos seguidores de tu equipo que no merecen ni un saludo, me alegra que tu Santa Fe hoy pueda gritar “Campeón”. Solo por ti, y nada más que por el infinito amor de hijo que siento por ti, disfruto que el más enconado y clásico rival del equipo de mi alma sea el nuevo rey del fútbol colombiano. Tinte especial tiene, sin duda, que sea después de 37 años de triste sequía.
             Pienso un momento y reflexiono acerca de las motivaciones que me impulsan a escribir esta carta. Y me es imposible dejar de creer que es porque conservo ese consuelo tonto de que cuando pueda ver por fin a mi equipo colgándose una nueva estrella en el escudo, yo recibiré una carta tuya, abrazándome con tus palabras, feliz por esa victoria que nos ha sido esquiva durante tantos años.
           De corazón, solo por verte una sonrisa dibujada el rostro, disfruto este triunfo por ti.

Tu hijo, Daniel Fernando.

viernes, 13 de julio de 2012

El caso de la mujer que se cruza en el mismo punto todos los días

Durante los últimos meses, una mujer alta, morena, robusta y algo fea, se cruza conmigo en un punto exacto en medio de una estación de transporte público. La primera vez, quizá, ni siquiera advertí el extraño fenómeno, pero debido a su contextura y a los altísimos tacones que usa para caminar, me fue imposible pasarla por alto. Al día siguiente, la coincidencia me sacó una sonrisa y, tal vez, los posteriores también. Sin embargo, con el paso de los días y a pesar de que salgo a diferentes horas en la mañana o en la tarde, la mujer aparece, lenta y segura, caminando en la misma dirección hacia mí. Ahora, cuando nos cruzamos, me he percatado de que también se sorprende de verme, asombrada de esa casualidad irrespetuosa del tiempo. Quizá algún día, si la timidez no me vence, me atreva a hablarle.

lunes, 9 de julio de 2012

viernes, 6 de julio de 2012

Sobre ausencias de virtudes en estos tiempos

—Un frasco de paciencia, por favor.
—¿De paciencia?
—Sí. Rápido, por favor.
—¿Trae fórmula?
—¿Cómo fórmula? ¿Ahora un poco de paciencia requiere de fórmula?
—Señora, usted sabe, la paciencia escasea en estos tiempos. No se la puedo vender así no más. Necesito una prescripción.
—Absurdo…
—…
—No tengo fórmula. Pero necesito un frasco urgente.
—Con todo respeto, señora. No puedo darle lo que me pide sin prescripción médica.
—Le doy el doble.
—…
—El triple.
 —Me puede ofrecer diez veces lo que vale. En esta farmacia no se la puedo vender sin fórmula. 
—¡Imbécil, tarado, dependiente estúpido!
—…
—¡Granuja, holgazán, majadero!
—Señora, cálmese, por favor…
—¡Pelafustán, tegua, cretino!
—Salga ya mismo.
—¡Tarado, facho, soplapingas!
 —Lárguese, vieja loca. Y dígale a su siquiatra que le formule un frasco de paciencia.

miércoles, 4 de julio de 2012

El escritor escrito

           Fueron varios años tejiendo la historia en mi cabeza. Un personaje principal, amigo de uno secundario, habitantes de un pequeño pueblo dominado por un antagonista, cercano a un tercero que elegí para darle vida al conflicto.
           Para hacerla creíble, era necesario hacer una retrospectiva del protagonista, escudriñando en la oscuridad de sus antepasados. Obsesionado por encontrar sus motivaciones más primarias, logré ahondar en la vida de su familia hasta retroceder nueve generaciones. En la aventura, me topé con historias paralelas de padres compasivos, hermanos extraviados, primos desleales, tíos maquiavélicos, veteranos de guerra, sabios ancianos y un sinnúmero de personajes que, de manera indefectible, me llevaron a escribir en detalle sobre cada uno de ellos.
          Con el tiempo, descubrí que la cantidad de vertientes por las que llevaba la historia me estaban desviando de mi objetivo principal. Por eso, la salida fue producto de una decisión irremediable: incluirme en el relato como un personaje más.
          En medio de mi laberinto literario, quedé perdido, vagando entre mis letras, víctima de una telaraña narrativa con principio y sin final.
         Aquí sigo, esperando atrapado mi destino, como un insecto más.

lunes, 2 de julio de 2012