miércoles, 31 de agosto de 2011

Tregua

Durante las últimas semanas, una vez más, mi tiempo y yo hemos vuelto a nuestros enfrentamientos. El tiempo me acosa con trabajo por doquier, mientras yo trato de sacar mi espacio para la lectura y la escritura. Ha sido una batalla feroz, pero me la están ganando por ahora. Prometo, sin embargo, que no durará mucho. De antemano, disculpas por estas ausencias, queridos lectores.

miércoles, 24 de agosto de 2011

De lo humano y lo divino

Del asfalto hirviendo emerge un humo gris, consecuencia del roce seco con los neumáticos del deportivo. A unos cuantos metros, un camión se acerca a ciento diez kilómetros por hora. Simultáneamente, un ángel vuela raudo hacia la escena, fiel a su condición de guardián. El deportivo queda inmóvil en medio de la carretera después de dar un último trompo. Cuando alcanza a verlo, el conductor del camión pisa el freno hasta el fondo. El ángel desciende presuroso mientras algunas de sus plumas se desprenden en el vuelo. Los buitres observan. El camionero fracasa. El querube también.

(Inspirado en la más reciente entrada de la Puerta Falsa de Javier Puche)

lunes, 22 de agosto de 2011

viernes, 19 de agosto de 2011

Última voluntad

Todos me gritan loco por la calle, pero lo único que me interesa es que nadie se muera en este pueblo. Cada vez que veo a Juvenal tomándose sus tragos, le quito la botella y se la rompo. La señora Florencia ha dejado paulatinamente el cigarrillo gracias a mis terapias y, después de mil intentos, logré convencer a don Bosco que no saliera en la noche para que evitara un resfriado. Me agradecen, sí, pero me gritan loco, porque he salvado a chiquillos que estaba a punto de ser arrollados por algún vehículo o porque le quito la comida de la boca a la gente de algún restaurante si me doy cuenta de que la cocina no cuenta con las condiciones sanitarias adecuadas. Todo, claro está, arriesgando mi propia vida. La razón es simple: ante la inminencia de su muerte por sus frecuentes afecciones al corazón, mi mujer me ha pedido que le guarde la última tapia que queda en el cementerio del pueblo, justo para descansar al lado de la tumba de nuestra hija, fallecida años atrás. Pase lo que pase, haré lo que sea con tal de que nadie se muera antes que mi esposa. Loco, me dicen. Loco de amor por ella.

lunes, 15 de agosto de 2011

El desamor en la era digital

No tengo ni un solo mensaje en mi bandeja de entrada, no encuentro ni una sola mención tuya en mi muro y descubrí que tengo un seguidor menos. Con una llamada —te lo juro— me conformo.

viernes, 12 de agosto de 2011

Vampiro

Durante siglos, he procurado cambiar de manera permanente mi estrategia para sobrevivir. En 1603, sorprendí a una prostituta saliendo de un burdel londinense; en 1734 bebí la sangre de un pianista en plena composición; por los años de 1865 o 66, ya no recuerdo bien, atrapé a un chiquillo vendedor de diarios descansando sobre un andén en medio de la noche y fue en una celebración de año nuevo, durante la centuria de 1900, que encontré a esa bellísima modelo drogándose en un callejón de Nueva York. Con el tiempo, he entendido que la eternidad no puede derivar en otra cosa que el aburrimiento y tal vez por eso, cada siglo al menos, busco una forma nueva de hallar a mis víctimas. En este, sin duda, planeo encontrar a un desprevenido lector.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Cinematográfica

Cuando Amanda despertó, se encontraba en medio de una película de Hitchcock. La misma locación, la misma ambientación y hasta el mismo encuadre. Su vestuario replicaba de manera exacta el vestuario de Janet Leigh en ese clásico del cine y el color correspondía al mismo empleado por el director en el filme. Cansada, se dirigió al baño y prendió la ducha. Estaba claro que jamás había visto la famosísima cinta.

lunes, 8 de agosto de 2011

Círculos

Cuando abre la puerta, entra a la misma habitación de la que está saliendo. Y así sucesivamente.

viernes, 5 de agosto de 2011

Oscuro

Durante años, un hombre procuró evitar la luz de por vida. No se trataba de un vampiro ni de un ser tenebroso que se fulminara con los rayos del sol. Básicamente, extrañaba la oscuridad. Encerrado en un sótano, alejado de cualquier tipo de reflejo, se disputaba la comida con ratas en una despensa que había guardado cuando decidió su exilio. En medio de la opacidad total, construyó un habitáculo en el que se movía con maestría a pesar de que nada le era visible. No obstante, ya viejo, decidió salir al día. Cuando se encontró frente a la luz, se desconoció. No por verse de nuevo a sí mismo, sino por descubrir en lo que se había convertido: una lúgubre y tétrica sombra.

miércoles, 3 de agosto de 2011

601

Desde que murió la esposa del vecino del 601, dos años atrás, el hombre no ha hecho otra cosa que colgar los cuadros de su mujer por todo el apartamento. Lo que resulta insoportable es el método que emplea: un taladro eléctrico. El ruido es ensordecedor. Mañana, tarde y noche, el taratateo siempre interrumpe mi paz. Mis vecinos y yo lo hemos intentado todo: llamados de atención comunales, juntas extraordinarias, quejas con la policía, amenazas anónimas, pero nada ha funcionado.

Hace unos días, sin embargo, recibí una visita de mi madre, que no va nunca a mi casa, pero no ha hecho otra cosa que preguntarme por el viudo desde que se topó con él en el ascensor. Solo han pasado unas semanas, pero el sonido del famoso taladro dejó de escucharse y —para mi alegría— mi madre ha empezado a visitarme todos los días.

lunes, 1 de agosto de 2011

Paradoja sobre el apego

El oso de peluche que tengo sobre mi cama esconde un cuchillo. Ya no sé si abrazarlo para conciliar el sueño o no pegar el ojo en toda la noche.