miércoles, 17 de febrero de 2010

Caídos

En Iryda no existe ley de gravedad. Las calles, las avenidas y las edificaciones están sostenidas en el cielo, suspendidas como un salto interminable. Cuando una persona debe dirigirse de un lugar a otro, lo hace planeando, extendiendo sus manos como alas y recibiendo aire fresco en el rostro. Y cuando necesita recorrer grandes distancias, toma unos buses volantes que hacen recorridos específicos, diarios y puntuales. La gente estudia, trabaja y se divierte como en cualquier otro lugar, con la única y magnífica diferencia de que lo hace volando. Sin embargo, Iryda castiga de manera irremediable a los habitantes que traicionan la pureza de su pueblo. Si alguien llega a mentir, sin intermediario alguno y sin importar el nivel de engaño, Iryda destierra al que falta a su palabra y lo hace descender sin contemplaciones. Los que caen llegan a la Tierra.

28 comentarios:

Nel Morán dijo...

Por eso no hay nadie volando. La mentira es una de nuestras verdades más extendidas. Te felicito.

Víctor dijo...

Buen relato, Esteban. Mezcla de ficción, ángeles caídos, religión... Bueno, eso es lo que yo interpreto. Además, el ritmo es bueno, se lee volando, si me permites seguir con la broma. Un abrazo.

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

si, estoy de acuerdo, es un buen microrrelato y lo que más me ha gustado es la última frase, síntoma indiscutible de que estamos antes un buen texto, debidamente estructurado.
El sabor de boca fue bueno y también está muy bien escrito. Buen trabajo.


8.5

Pedro dijo...

Me gustó la idea de vivir en un lugar donde se viaja volando. Buen texto. Un saludo.

Pablo de la Rúa dijo...

Me gustó Esteban el cuento. Bien articulado con un final estupendo. Un saludo.

Javier Ortiz dijo...

Ahora sé por qué la tierra está cada vez más llena de gente… Já.

Muy bueno, saludos.

Campanula dijo...

Muy bueno, ahora sabemos como todos somos tan solo un mentiroso más.
un abrazo

Zarache dijo...

Así que ahí es donde estamos: el lugar de los desterrados.

Martín Gardella dijo...

Buena historia y gran final. Esto explica la imperfección de los terrestres.

Angela María dijo...

Me recordo a las Cuidades Invisibles de Italo Calvino, buen relato; tiene su verdad.

Besos

Esteban Dublín dijo...

Cómo me alegra la recepción que ha tenido este cuentito. Vamos por pasitos.

Adivín, aunque es ficción, creo que es una crítica interesante a la mentira humana. Gracias por la felicitación.

Víctor, gracias. De todo lo que dices, que agradezco de la misma forma, lo que más me gusta es que se lee volando. Un abrazo de vuelta.

Vaya con este lector exigente que es Daniel Sánchez. ¿8,5? Pensé que daría para más. En todo caso, gracias por el comentario, aunque eso de 'debidamente' me suene excesivamente correcto.

Primero que todo, bienvenido por aquí. Creo que podríamos vivir en ese lugar si no fuéramos tan viles en nuestros actos. Yo tengo fe.

Pablo, te fijaste en la articulación y en el final. Demuestras ser un gran lector. Un privilegio contar contigo entre los amantes de los cuentitos.

Esteban Dublín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Esteban Dublín dijo...

Javier, gente y gente y más gente que no deja de caer. Gracias por pasar.

Campa, siempre lo hemos sabido, sólo que somos demasiado hipócritas para aceptar que es verdad.

Lau, paradójicamente, la Tierra es un lugar de desterrados. Creo que no lo pude haber analizado mejor.

Martín, no sólo eso. Hay mil cosas más que decir. Espero que los cuentitos contribuyan a desenmascarar.

Angela María, palabras mayores. ¿Sabes que Las ciudades invisibles es mi libro predilecto de microrrelatos? Te cuento una infidencia: en el libro que acabo de escribir hay una sección llamada Zonas Anónimas, donde este cuento está incluido y otros más que hablan de lugares mágicos. Lo que vale la pena decir es que han recibido una influencia incuestionable de Calvino. Un beso grande.

Verónica Calvo dijo...

Me gustaría vivir en un sitio así, pero... por algo estoy aquí ^^

Un abrazo, Esteban, magnífico.

Esteban Dublín dijo...

Por eso todos estamos aquí, Ananda. (Creo yo).

Angela María dijo...

De verdad?? es un libro increible, mis cuidades favoritas son Eutropia y Sofronia!!. Cuando se puede ver el libro??? me encantaria leerlo!

Besos

Rodrigo Ramos dijo...

Casi siempre tengo la imaginación suficiente para completar los finales antes de leerlos. Pero sus giros finales los encuentro indescifrables.

No sé por qué tengo esta manía de imaginarme cómo es la gente según lo que escriben en sus blogs. Debo decir que a usted lo encuentro inusualmente noble.

Isabel Mª dijo...

Me encantó, siepre me ha atarído el tema de la no- gravedad y me parece genial el final.

¿Sería "destierra" o "desciela" e ese mundo ingrávido? ¿O "desaira?
O "los en-tierra"

Siempre me llamó la atención el mundo de los que vivimos en las nubes...ahora ya sé por qué.

Un saludo Esteban

Isabel Mª dijo...

Madre mía, no sé que le pasa a mi teclado o a mí ...será la ingravidez.
Disculpa los errores en el comentario. Lo reparo.

"Me encantó, siempre me ha atraido el tema de la no-gravedad y me parece genial el final.

¿Sería "destierra" o "desciela" en ese mundo ingrávido? o... ¿los "desaira"?
o... ¿"los en-tierra"?

Siempre me llamó la atención el mundo de los que vivimos en las nubes...ahora ya sé por qué.

Un saludo Esteban

Esteban Dublín dijo...

Angela, de verdad. Las ciudades invisibles me marcó de por vida. Te hago una corrección: no es Sofronia, sino Safronia. Con respecto a mi libro, a mí también que encantaría que lo pudieras leer. Estoy en trámites para que salga editado. Espero que sea pronto. Te mantendré informada.

Rodrigo, tu comentario me deja, digámoslo así, gratamente perplejo. Creo que no puede haber ningún escritor que no tenga algo de los textos que escribe. Quien lo haga es deshonesto, creo yo. A mí, a la larga, no me corresponde afirmar si soy noble o no, pero me gusta pensar que sí. Un saludo y gracias por pasar por aquí.

Isa, qué bueno que la ingravidez aparezca de vez en cuando, sobre todo cuando de escribir se trata. Hay que volar un poco a la hora de plasmar un relato. Para mentiras ya está la Tierra. Un beso y un abrazo grandes.

Anónimo dijo...

Me encantan tus cuentos situados en mundos fantásticos. El final, por cierto, despierta una sonrisa torcida, de esas que son mudas, pero que se te quedan marcadas por un rato en la cara.
Muy bueno. Y te van volando mis cariños, como siempre...

Esteban Dublín dijo...

Lauri, tú sabes bien cómo me alegran tus cariños y tus comentarios cargados de buenas intenciones. Un beso grande.

Elo dijo...

Vaya que de Iridya han salido bastantes mentirosos!

Esteban Dublín dijo...

Todos somos de Iryda, querida Quimera, todos sin excepción.

Svor dijo...

A mi me bajaron porque sufría de vértigo.

Esteban Dublín dijo...

Jajajajaajaj. Al menos es una buena excusa, Svor.

Maite dijo...

Una vez más, me quedo gratamente sorprendida por tu "forma de imaginar".

Felicidades también por el premio.

Un abrazo mayúsculo

Esteban Dublín dijo...

Maite, muchas gracias.