viernes, 28 de noviembre de 2008

F.M.

Una terrible plaga se propaga ferozmente por la ciudad. Niños, jóvenes y viejos caen contagiados inevitablemente y el pánico aumenta a la misma velocidad a la que se mueve la epidemia. La terrible enfermedad borra momentáneamente la capacidad de discernimiento, involuciona la especie a su ser más básico y genera movimientos casi epilépticos en los contaminados. Cuando está a punto de contagiarse, Mauricio Duque cambia la emisora y pone un disco del gran Rubén Blades.

martes, 25 de noviembre de 2008

Accidente

Desde el día que cayó con su caballo, al zorrero le sonrió la suerte. La gente pagaba lo que fuera por ver a su unicornio.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Cuentos con nombre propio

Aquí, a las promesas no se las lleva el viento. A partir de hoy, y cada viernes mientras haya alguien que quiera su historia, habrá un microcuento con nombre propio. El de hoy, y lo cito por ser el primero en alistarse, corresponde a Túrin y aquí pueden ver su blog. Él me dio su nombre, aquí está su cuento:

El entierro
El asfalto es un imán para el alcohol. Por lo menos eso es lo que piensa el borracho cuando, luego de beberse su quincuagésimo vaso de ron, su cuerpo se abalanza incontroladamente hacia el suelo. Una lluvia de rocío se forma con el cristal instantes después de que cae el vaso y los fantasmas, que se niegan a perderse el carnaval, se beben el poco licor que le quedaba antes de que moje el pavimento. El deceso es inmediato y la congoja también. Pero mientras las mujeres se agolpan en las calles a llorar su muerte, hay un hombre que sabe que basta un gran triunfo del Junior para que Joselito se vuelva a levantar.

martes, 18 de noviembre de 2008

Te cambio un cuento

69 es, sin duda, un número muy sugestivo. Sin embargo, para mí es el orgullo de saber que son los hijos que he tenido desde el momento que nació este espacio. En medio del número se han atravesado músicos, fantasmas, deportistas, jardineros, viudos, chefs, dinosaurios, apostadores, pederastas, políticos, sicarios (estos dos últimos caben en el mismo grupo) y actores, entre muchos tantos. Lo bueno de esto es que a partir de ahora, tú mismo podrás ser el protagonista de un cuento. ¿Cómo? Muy sencillo, en el costado derecho hay un nuevo espacio titulado Yo quiero mi propio cuentito. Funciona de la siguiente forma: tú te inscribes ahí, yo te escribo un cuentito. Si se inscribe una persona, habrá una historia. Si se inscriben ciento cincuenta personas, habrá ciento cincuenta historias. Para escribirlo, me basaré en tu blog, en tu nombre, o en cualquier cosa que yo considere relevante. Cada cuentito será publicado los viernes y en orden de quien se inscriba. Ahora, ¿quieres tu cuento? Te lo cambio.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Jitler XIV: adiós

El man estaba indefenso, como nunca lo vi. Se agarraba la tripa y me mostraba la sangre. Lo agarré de la camisa y lo arrastré pa' dentro. Yo le decía fresco, parcero. Él me cogió la jeta y me decía pegame un pepazo. Y yo que no, que tranquilito, mijo. Entonces me arañó el pecho y me amenazó: que si no lo mataba yo, me quebraba él. Y yo que no. En esas me dijo cosas muy paila, que marica, que güevón, que cobarde de mierda. Y yo como si nada. Cogí el teléfono todo nervioso y llamé una ambulancia. El Jitler me gritaba de todo, me insultaba feo, parcero. Y como yo no le hacía caso, se metió con la que no era. Me dijo que por marica es que tenía mi novia muñeca, que por eso él la había mandado al papayo. Dígame usted cómo reacciona si le dicen eso. ¡Ah! ¡Dígame! Lo que sí me acuerdo clarito es que cogí el fierro del man que estaba en un cajón y que el sonido de la sirena encubrió el del tiro que acabó con esa gonorrea (Fin).

(Haz clic aquí para descargar la serie completa)

PD: Quiero agradecer especialmente a John Alex Cuervo por su desinteresada colaboración en la construcción del lenguaje de esta serie. Cuervo, Alex, Medellín, estudiante de Antropología de la Universidad de Antioquia, diseñador gráfico, coproductor de la revista La Piquiña y diseñador de la publicación electrónica www.homohabitus.org

martes, 11 de noviembre de 2008

Curiosidad

Yo estaba petrificada. Mi marido llegó a la casa preocupado, angustiado, mirando de un lado para otro. Dijo que debíamos salir de la ciudad, que ese lugar no era para nosotros. Empacamos nuestras cosas y salimos corriendo. Es cierto que me advirtió que mirara hacia el frente, que mejores cosas vendrían para nosotros. Pero no crean que fue tan fácil abandonar así como así el lugar en el que viví durante tanto tiempo. De todas formas, si le hubiera hecho caso a Lot, estaría con él y no convertida en esta puta estatua de sal.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Jitler XIII: la balacera

Después de eso, unos perros se enteraron de que el Jitler no estaba muñeco. Yo ahí ya tenía problemas con el maricón. Le dije que no fuera tan gonorrea. Entonces se me timbró y me dijo todo bien, Fidelín, yo no quiero seguir en la misma, a lo bien. Y yo pues le advertí que si quebraba a un inocente más lo sapiaba. Claro, me cagué cuando le dije eso, pero el man a mí no me tocaba un pelo. Entonces me juró por la cucha que se iba a arreglar. Yo pensé que bacano, ¿sí o qué? Pero yo sabía que todavía tenía mucho odio por dentro. Entonces nada, en esas salió de la casa. Todo fue muy rápido. Escuché plomo a la lata y cuando me asomé lo pillé ahí, parcero, ¡pálido! Con los ojos abiertos, cubierto de sangre y como diciéndome sin decirme nada, mierda, parce, me mataron (Continuará)...

martes, 4 de noviembre de 2008

Monólogo

Ante la ausencia de público, la obra tuvo que cancelarse. El actor sintió que sus días de gloria interpretando a Puck, el duende de la obra de Shakespeare, habían acabado. Ahora actuaba en un monólogo al que la gente le era indiferente. La última noche de temporada, el actor cambió su discurso y, de repente, empezó a hablarle a un tal Oberón(1).

1. Puck y Oberón hacen parte de la obra de William Shakespeare, Sueño de una noche de verano.