Las dedicatorias son las palabras que vencen las barreras comerciales que están trazadas entre los autores y sus lectores. Así, al menos, lo interpreto yo. Quiero compartirles algunas con las que tengo la fortuna de contar entre mi biblioteca.
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Ana Maria Shua en Temporada de fantasmas |
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Fabián Vique en La vida misma y otras microficciones |
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Guillermo Bustamante en Oficios de Noé |
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Humberto Jarrín en Todo el mundo tiene su fábula |
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Javier Perucho, desde México, en Dinosaurios de papel |
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Lilian Elphic en Bellas de sangre contraria |
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Manu Espada, desde España, en Zoom |
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Mi amigo Martín Gardella en Instantáneas |
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Nana Rodríguez en Efecto mariposa |
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Pablo Gonz, desde Chile, en La saliva del tigre |
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Raúl Brasca en Antología Personal |
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Mi compañero y amigo, Rony Vásquez, cuando me regaló Plesiosaurio III |
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Rubén Darío Otálvaro en Tempus Fugit |
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La bellísima Violeta Rojo en Breve manual para reconocer minicuentos |
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William Guillén Padilla, desde Perú, en Microcuentos |
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