miércoles, 28 de agosto de 2013
Apología de los ogros
En estos tiempos, donde tanto se propende por la igualdad de las especies, hay una que aguarda ser reivindicada de manera definitiva. Escondidos en sus cuevas, humillados en medio del hedor de los pantanos, los ogros esperan. Temidos por sus gigantes fauces, juzgados por su incapacidad de dialéctica y despreciados por habitar entre el légamo, los ogros lloran desde las profundidades de sus grutas. Condenados a la soledad, mientras degluten cervatillos, suplican la aceptación social desde su torpeza. Acurrucados en la oscuridad que les destinó el repudio público, sueñan con desmitificar su fama de seres atroces para ser conocidos, de una vez por todas, por su extraordinario don de la ternura.
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3 comentarios:
¡Gran verdad, Esteban! Los ogros estamos así.
Un abrazo,
Esteban,pero además de los ogros están los trolls, los orcos y muchos escondidos por Latinoamérica que no comprendemos o no queremos hacerlo. Tu cuento tiene algo político en el buen sentido de esta palabra.
Saludos.
Pedro, da gusto conocerlos.
Eskimal, todo, pero todo de político.
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