miércoles, 3 de noviembre de 2010

Caín

Todos lloran. Mi madre, por ejemplo, lo hace desconsolada. Se aferra al féretro como un náufrago a su veleta. Mi padre apenas la sostiene. Parece más fuerte, pero a él también se le escapan cristales de las pupilas. Mi sobrino solloza. Mi cuñada, a su lado, lo abraza. Los lentes oscuros no alcanzan a cubrirle el dolor. Yo la miro a la distancia. No me atrevo a hablarle. Han pasado diez años desde que me dejó por mi hermano. Todos lloran. Yo, sin embargo, mantengo la compostura.

9 comentarios:

Nieves LM dijo...

Buenísimo.

Verónica Calvo dijo...

Eso le delatará.

Torcuato dijo...

En verdad. Él también lloraría.
Me gustó.
Un abrazo.

German Andrés Sarmiento dijo...

Un poco predecible pero me encanto el detalle de "mantener la compostura".
saludos

Lucas Vargas Sierra dijo...

Gol. Nada de predecible. Me agarró por sorpresa.

Alís dijo...

Predecible por el título. Si lo has elegido, será porque no querías sorprender.
A mí me ha gustado mucho el relato.

Besos

Esteban Dublín dijo...

Nieves, gracias.

Ananda, por el nombre...

Torcuato, se supone.

Germán, creo que ese es el detalle que lo hace microrrelato.

Lucas, me alegra que te haya sorprendido.

Alís, lo elegí para fortalecer el final. Un beso.

Manuel dijo...

Dejo enlace de la canción hijos de Caín. El video habla de una burrada ecológica de tantas. Una que quieren hacer en León. Aunque no tiene que ver con el tema del micro, tal vez os guste:
http://samavelilla.blogspot.com/2010/05/hijos-de-kain.html

Esteban Dublín dijo...

Pasaré a verlo, Manuel.