Si se la compara con la de otros muchachos de mi edad, mi adolescencia fue más bien extraña. Mientras mis compañeros de colegio aprovechaban los sábados para asistir a las fiestas de moda para encontrarse con sus primeras borracheras, yo me quedaba en el segundo piso del apartamento de mi padre, donde, motivado por romper con el aburrimiento, me encontraba con mis primeras lecturas. Mi padre, confeso admirador de Daniel Samper Pizano y Gabriel García Márquez, cuenta con una impresionante biblioteca con secciones que se podrían clasificar en tres (es más amplia, en realidad, pero estas temáticas predominan): Clásicos de la Literatura Universal; libros dedicados a la religión, especialmente al Catolicismo y libros dedicados al estudio del castellano y la gramática española, asunto del que mi padre es especialista y referente en Hispanoamérica.
En ese cuarto silencioso, frío y sin televisor, me acostaba en un sofacama en el que me disponía a leer hasta que el sueño me vencía. Fascinado por la maestría de El coronel no tiene quien le escriba, me di a la tarea de leer todos los libros de ‘Gabo’, ya renombrado y famoso en esa época. Así, me encontré con La mala hora, Los funerales de la mama grande, Relato de un náufrago, Ojos de perro azul, La hojarasca (donde descubrí que Cien años de Soledad lo venía preparando desde hacía tiempo), La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada, el monólogo teatral Diatriba de amor contra un hombre sentado, El general en su laberinto, El ahogado más hermoso del mundo, Crónica de una muerte anunciada, Noticia de un secuestro, La aventura de Miguel Litín clandestino en Chile, Doce cuentos peregrinos, Memoria de mis putas tristes, En este pueblo no hay ladrones y Vivir para contarla.
Hoy, después de tanto tiempo y de todas las lecturas paralelas que se derivan a partir de un autor, confieso El otoño del Patriarca me pareció un libro imposible, del que nunca pude pasar de las diez primeras páginas. Sin embargo, después de tantos años también, sigo considerando que Del amor y otros demonios es una de las mejores novelas escritas en nuestro idioma y que El amor en los tiempos del cólera, de las mejores de la Literatura Universal. Este último es mi libro favorito de todos los tiempos.
Esta anécdota viene al caso, tan solo para mencionar que con la biblioteca de mi padre no solo tuve la fortuna de conocer una parte de la obra de García Márquez, sino porque nunca tuve que pagar un centavo para leer los libros que hoy sigo considerando referentes de mi formación como lector. ¡Gracias, papá!
viernes, 3 de agosto de 2012
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10 comentarios:
Qué bien por ti y tu papá. El Gabo es, el Gabo, qué se más se puede decir. También descubrí sus historias cuando era adolescente y recuerdo que soñaba con que me dieran asignaciones y proyectos sobre los libros del Gabo. Cuando leí que él era periodista, no quise estudiar nada más, me dije que si había que ser periodista para ser tan buen escritor, pues yo estudiaría periodismo.
De todos sus cuentos, le tengo un cariño especial a La siesta del martes, porque fue lo primero que leí de él. Pero mi favorito es Cien años de soledad, leí la vida en esa novela.
Que espectáculo!! Poder contar con una biblioteca tan amplia!!! Pero he de confesar que Gabo me causo varios dolores de cabeza; a Cien años de soledad tuve que darle tres oportunidades para poder terminarla, Noticia de un secuestro es posiblemente la que mas me gusta, por la sinceridad con que narra la triste historia de nuestro país. De los doce cuentos solo disfruto de uno! Y de los demás libros me he leído la gran mayoría pero solo por cumplir no por gusto y en su momento resultaron un verdadero reto.
Sin embargo aplaudo a aquellas personas que aun disfruta de lectura , que a mi parecer cada día es un gusto muy muy escaso y raro.
Un beso.
Me pasaba algo similar de chica. Mi papá tenía unas bibliotecas soñadas y no había placer mayor que quedarme ahí, leyendo. Creo que un 60 % de mi formación literaria se la debo a mi papá.
He leído casi todo GGM y cuando digo casi es porque mi mancha negra es El general en su laberinto. Ya perdí la cuenta de las veces que lo empecé y abandoné. Perdón, Gabo.
Hoy me ha hecho sentir menos culpable, Esteban. Saludos van
Hermoso reconocimiento público, Esteban. Imagino a tu padre sonriendo de satisfacción.
Mis padres son hijos de la Guerra Civil española, de aquella Galicia profunda que se pierde en las aldeas y no recibieron ningún tipo de formación académica. De hecho, mi mmadre emigró a Uruguay sin saber leer ni escribir. Esa carencia les llevó a insistir mucho en que la única riqueza que yo podría disfrutar siempre era la de mi formación, y se esforzaron cuanto pudieron para que yo estudiase.
Leí a Gabo por primera vez a los quince años. El padre de un gran amigo puso en mis manos Cien Años de Soledad y -desde entonces- no dejé de leerle. Algunos de sus libros comprados, otros prestados, otros -¿como decirlo?- ¿distraídos? a los libreros.
Hecha la confesión, te dejo un abrazo,
MI primer "tropiezo" con Gabo fue Cien años de soledad y a partir de ahí llegaron todos sus libros, no podia dejar escapar ninguno. Mi padre no llegó a conocerlo, murió antes pero estoy segura que El coronel no tiene quien le escriba, hubiera formado parte de la biblioteca que yo heredé.
Besitos
Mi niñez y adolescencia fue similar a la tuya, descubrí los libros a muy temprana edad, aunque gracias a los cuentos infantiles que mi mamá (para nada dedicada lectora) me compraba con el mercado semanal.... al final una colección económica (ni soñar con una biblioteca como la que describes en esa época) de 100 libros de salvat, que nadie en mi casa determinaba me salvó de perderme el secreto de mi felicidad: los libros...
Sí Esteban, hay que agradecer a quienes nos dan cierto ánimo para la lectura.
Melvin,'Gabo' es un releíble en cualquier momento de la vida. He escuchado que algunos pasajes de sus novelas son usados para evocar ciertos sentimientos. Un abrazo y gracias por la visita.
Angelita, como lo confieso aquí, también tuve mis dificultades con algunos de sus libros, pero se me convirtió en un autor imprescindible.
Querida Sandra: El General en su laberinto también puede ser uno de mis libros favoritos de 'Gabo'. No sé por qué te costó tanto, pero yo lo disfruté mucho porque vi la historia del humana del Bolívar que hoy se nos presenta como leyenda.
Pedro, creo que esas dificultades también contribuyen muchísimo no solo a la formación como lector, sino con respecto al conocimiento del mundo, para ampliar esas fronteras que nos dificulta ver nuevas posibilidades. Un abrazo.
Elysa, qué gran tropiezo. Un beso.
Esarrian, también tuve la coincidencia de conocer los libros de Salvat. Recuerdo con especial nostalgia los audiolibros con historias como La vendedora de mangos, El gato con botas o Los siete cabritos.
Eskimal, es mucho más que agradecimiento. Es la formación de un hábito que a mí también me gustaría dejarles a mis hijos. Un abrazo.
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