miércoles, 25 de septiembre de 2013

Virtudes de un antagonista

Llega un momento para todo ser humano en el que la naturaleza le impone un enemigo. Un adversario al cual es preciso vencer en las lides que impone la vida, un rival que hace obligatoria esa dolorosa preparación previa al primer campanazo. Y como el hombre es competitivo per se, este oponente se hace vital, necesario, útil. Sin él, el combate pierde sentido y las ansias de triunfo quedan relegadas a un anecdotario inútil. Solo un enemigo es capaz de sacar lo mejor de su contrincante. Solo un verdadero antagonista puede consolidar las virtudes de su oponente. Por eso, amor mío, no me juzgues. Por eso es que yo soy el tuyo.

2 comentarios:

Alís dijo...

Me sorpendió el final, y sin embargo lo que relatas ocurre más a menudo de lo que podamos pensar.

Un abrazo

Esteban Dublín dijo...

Somos enemigos, amigos, enemigos de nuevo. La vida en pareja es una batalla, quizá la más bella de todas.