jueves, 9 de octubre de 2014

La costumbre

En las mañanas, después de levantarme y dirigirme a la cocina, aún pongo dos cacerolas y en cada una, dos huevos para fritar. Preparo dos vasos de jugo de naranja y dispongo dos platos para poner las tostadas. Sirvo en la mesa sobre cada uno de los dos individuales y te grito de cara a la habitación para que pases a desayunar. Demoras uno, dos minutos, pero no respondes. Te insisto. Luego recuerdo que te has ido. Mastico con desgano el huevo frito de mi plato y observo con dolor cómo se enfría sin compasión el del tuyo.

6 comentarios:

Agustín Molina dijo...

se fue
no sabe lo que se pierde
-al menos un desayuno bien preparado-

Ana dijo...

Me dueles hasta la médula.
Perdón por mi gran ausencia. Te mando besos HTML y una abrazo rompecostillas.
Ana o Female... Como prefieras

Recomenzar dijo...

me ha encantado tu texto

El Eskimal dijo...

Esteban, está fuerte el relato, pero es una bella manera de proponernos el olvido, la huída. Abrazos.

Esteban Dublín dijo...

Agustín, y no sabes lo bien preparado que estaba.

Ana, tanto tiempo. Un beso y vuelve cuando quieras.

Recomenzar, me alegra muchísimo. Este es tu espacio.

Eskimal, describir el desamor nunca se asemejará a la sensación que produce. Abrazo.

Ana dijo...

Te tengo buenas nuevas, el primer desamor es el único que duele, la vida después de mi separación es maravillosa y llena de buenas noticias. Ya no me quiero ir más... Entonces aquí estoy cada vez que necesites una historia buena, regular o mala...
Ánimo, Dublín, que te quiero de mentiras y sin conocerte conociéndote de siempre.