viernes, 16 de mayo de 2008
El jardín
El segundo miércoles de cada mes, sin falta, ‘Peñita’ se dirigía a la casa de la viuda para arreglarle el jardín. Cortaba el césped, regaba el inmenso cultivo de orquídeas y trozaba con cuidado las hojas que lo adornaban. Eran años de servicio escondidos en un mutismo de amor y en largas jornadas de trabajo que él explayaba a propósito. Mientras dilataba sus labores, lanzaba una mirada al ventanal y divisaba a la viuda observándolo en su tarea. Ese miércoles no había ni una sola flor del cultivo en el jardín. Cuando escuchó la voz de su patrona, el corazón le dio un vuelco al verla ofreciéndole un inmenso ramo de orquídeas y pidiéndole que le cambiara el estado civil.
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5 comentarios:
que rico que el amor nos sorprendiera de esa manera, está hermoso este cuentito y como siempre muy bien escrito.
Verónica
Va queriendo Esteban... me gustó tu cuentito. Pero ¿sabes?, no creo que, a veces, sea necesario cambiar el estado civil para que un jardinero llegue a hacer estragos.
Muy cierto, mi querida Verónica, ojalá el amor nos sorprendiera siempre.
Precisamente, mi estimada Violeta, este cuentito lo que quiere decir es que ella no quería hacer estragos con el jardinero, no se trataba de una noche, sino de un amor para toda la vida. Siempre bienvenida por aquí. Los cuentitos estarían encantados de que los visitaras más seguido.
el sueño de un buen jardinero...
Mi querido Jorge, creo que tal vez el sueño de cualquiera que busca el amor.
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