viernes, 9 de mayo de 2008

HB

La frustración del lápiz era más que entendible. En toda su vida no había hecho otra cosa que seguir las órdenes del dibujante.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, puedo comentarle queridísimo Esteban, que este cuento me gustó. Es poca la "literatura" de la web que logra gustarme, no seré buen crítico pero sí buen lector. Un abrazo. Me queda la duda de la frustración de quien utiliza el lápiz, ¿de quién será amanuense?

Esteban Dublín dijo...

Mi estimado chambón, agradezco tus palabras y precisamente los cuentos cuando hablan lo hacen sin pretensiones literarias. Sólo quieren ser escuchados.

La con respecto al dibujante, eso ya será harina de otro cuento.

Un abrazo.

Violeta dijo...

¡Qué lindo Esteban! Un día te cuento la historia del borrador de goma... Es posible que ese lápiz sea el que pintó mi corazón.

Esteban Dublín dijo...

Huy, Violeta, ¡cuéntame la historia del borrador de goma! Y si este HB pintó tu corazón, creo que su frustración ya no es tan grande como antes.

Violeta dijo...

Seguirá frustrado Esteban... tal vez ese sí sea el lápiz que pintó mi corazón; el problema es que ni el corazón ni el lápiz se dieron cuenta que el amor, era un borrador de goma.

Esteban Dublín dijo...

Mi querida Violeta, ese es el cuentito más bello que ha pasado por este lugar.

Mandrágora dijo...

Hermosas!...

No hay otra palabra que defina esas 23 precisas palabras.

Esteban Dublín dijo...

Guau, mi estimada Mandrágora, es el elogio más sentido que ha recibido este cuentito. Él y yo te agradecemos infinitamente.