Él
Hermes Matías Peñaranda, viejo que llegaba al siglo, vio por la cámara que ocultaba en la cocina cuando su esposa, mujer con la que se había casado tan sólo un día atrás, derramaba cianuro sobre su jugo de tamarindo. Sacó un revólver escondido en la parte inferior de su silla de ruedas y, cuando su mujer entró por la puerta, la amenazó con perforarle la cabeza si no se tomaba de un sorbo el vaso de jugo que sostenía en la bandeja.
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9 comentarios:
A mí en cambio me fascina lo que escribes.
mmmm me suena a película conocida... pero habrá que esperar el giro.
jue...puta
Las cámaras, las benditas cámaras... me hizo recordar esa noticia que mostraron hace tiempo, de una señora, en Brasil, que ocultó una cámara en su casa porque sospechaba que la niñera golpeaba a su hijita y efectivamente allí quedó todo registrado... luego a la exniñera aquella, los habitantes del pueblo intentaron lincharla.
Paradójico. Tenemos la posibilidad de utilizar esos tremendos adelantos tecnológicos, pero seguimos siendo medievales.
Mil gracias, Mera Mera. Siempre bienvenido a escuchar a los cuentitos.
Jajajaja. Mi querida Violeta, pues te cuento que ahí se quedó La boda.
Querida Verónica, te agradezco la devoción. Esta boda fue otra gracias a que estuviste tan pendiente de ella.
Mi estimado diséntrico, seguimos siendo tan medievales no sólo en eso, sino en otras tantas cosas...
me encanta la estructura, me encatan la sencilles, me gusta mucho. Deberias dejarlo de una sola pieza en el mismo orden que lo publicaste.... Creo que es el que mas me ha gustado de los que he visto por estos mares.
Que bueno es estar de vuelta por su blog amigo Esteban
Mi querido Jorge, se me hacía extraño no volver a verte y realmente nada alegra más a los cuentitos que volver a ver a un viejo conocido. Mil gracias por la sugerencia.
Por Dios!! Estoy intrigado! ¿hay tercera parte?
Muchos saludos, y te invito a pasarte por AQUÍ.
Mi estimado Kikelín, la boda llega hasta aquí.
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