martes, 27 de mayo de 2008
Temblor
Jonhson Guáqueta puso el último ladrillo de su nueva casa, la misma que años atrás había derrumbado el despiadado terremoto de Pereira, sepultando a su esposa y a sus cuatro hijos. De repente, sintió el mismo tintineo en el centro del estómago de aquel terrible día cuando escuchó a una mujer gritando desesperada y vio a los árboles moviéndose de un lado para otro.
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4 comentarios:
Estimado Esteban... ¿te llegó la inspiración, acaso, por la sacudida del sábado anterior? Hombe: está cruel, cruel, cruel... pero por lo mismo sabrosisímo. Saludos.
De acuerdo con el buen Franco, esta muy cruel... la suerte llega a quien menos la espera y la desgracia tambien....
Que bueno estar de vuelta Eteban, que bueno.
dia de estremecimientos fue aquel sábado...
Mi querido Franco, otro cuentito iba a hablar este martes, pero se le atravesó el temblor del sábado y con él, un cuentito que me rogó que lo dejara hablar antes.
Es cierto, mi querido Jorge, este cuentito es muy cruel, pero eso tienes que decírselo a él, no a mí.
Así es, estimado Juan, a mí me sorprendió pasando por una iglesia. ¿Será que Dios me quería decir algo?
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