martes, 19 de agosto de 2008
El velocista
Según Arumi Tonga, el secreto de su velocidad estaba en correr descalzo. Desde muy niño, demostró su habilidad al retar al compañero más rápido de su clase a una carrera por la canchita de su escuela. El rumor de la ventaja que le tomó a su oponente se propagó como el fuego. Uno de sus maestros lo llamó a pruebas y no se demoró mucho en entender que ese niño había nacido para correr. Lo entrenó fuertemente, pulió su técnica y lo llevó a los torneos locales donde batió todos los récords. Su fama iba tan rápido como él. Pronto empezó a correr competencias nacionales y con los años se convirtió en el mejor de su país en 100, 200 y 400 metros. Muy joven llegó a los Olímpicos, pero para competir debía usar la última creación en tenis de una importante marca deportiva en retribución a todo lo que habían invertido en él. Ese día, Arumi Tonga, la esperanza de todo un pueblo, corrió su última carrera.
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5 comentarios:
Lo absorbio el mercado maestro, me hizo pensar en El bueno del Gabo, pienso que el escribió descalzo hasta Cien años de soledad, luego tuvo que utilizar zapatos.
Amigos colombianos, no me odien por el comentario.
Salú pue.
Creo, mi estimado Johan, que fue su obra maestra. Pero no le pasó lo mismo que Arumi, porque después de eso siguió escribiendo. Hizo Relato de un náufrago, El amor en los tiempos del cólera, Del amor y otros demonios, Crónica de una muerte anunciada, El general en su laberinto, Vivir para contarla y Memoria de mis putas tristes, y todas estas, aunque escritas con zapatos, son muy buenas.
Tienen razón; no sólo Gabo sino otros que guardo por discreción se pusieron las Adidas.
No se dan cuenta de que solamente a Kournikova le quedan bien...
No mienta, che: usted vio una repetición de los JJOO de Sydney y creyó que no recordaríamos al mejor nadador "estilo perrito" de todos los tiempos: Éric Moussambani, a.k.a. Eric La anguila, a.k.a. El Multiusos, a.k.a. Te juego una carrerita.
(Más en serio, a un corredor etíope le sucedió algo similar que a tu corredor, si mi memoria no falla.)
Mi querido Aldo, de acuerdo. Dejémosle los tenis a Kournikova, a Nadal, a Messi. Que los escritores sigan descalzos.
Jajajajaja, no miento, Diego, no miento: los vi a todos ellos. ¿Cómo olvidar a Moussanbani? Fue toda una inspiración para mí saber que alguien podía nadar más lento que yo. Y te acepto la carrerita, Diego, dudo mucho que me ganes.
(Más en serio, es cierto lo del atleta etiope, Diego. Se llamaba Abebe Bikila. La diferencia fue que él corrió la maratón en los Olímpicos de Roma en el '60. Y lo más maravilloso de todo, lo literario realmente, fue que ganó la medalla de Oro).
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