lunes, 25 de mayo de 2009

El hombre que se miraba al espejo

Un hombre pasaba horas mirándose al espejo. Se deleitaba observando la delicadeza de su rostro, la finura de sus pestañas, los trazos de sus cejas, el refinamiento de sus labios. Gozaba palpándose el contorno de las mejillas y se maravillaba descubriendo los laberintos de sus oídos. Para él no había un centro, sino dos, que eran sus grandes ojos negros. El monumento en carne viva de la exquisitez eran sus perfiles, su frente la medida exacta de la belleza y su nariz, el trazo de arquitectura más preciso del cuerpo humano. Y así, la preocupación por su reflejo se volvió de pronto en obsesión. Fue entonces cuando el hombre notó una mínima línea que se asomaba debajo de sus ojos y que aparecía de repente como un truco sobre su piel. Luego vio otra en medio de su frente y otra más acariciándole el mentón. Y cuando miró su pelo liso negro, observó una pequeñísima hebra blanca que le brillaba como un albor en medio de la sombra.

17 comentarios:

Ángela Cuartas dijo...

Te dejo una mocha, Esteban.

Martín Gardella dijo...

A todos nos llega la vejez, incluso a quienes pasan la vida evitandola.

Nancy dijo...

¡Yo lo conozco! ¡Yo lo conozco! jajaja. No es cierto, o sí lo es. Hay tanta gente que se ve al espejo y descubre esas señales del paso del tiempo. Lo que no sabemos es si a pesar de todo siguió pensando que él era toda una obra de arte aún con el paso del tiempo.
Me hiciste recordar una anécdota que algún día contaré en mi blog.
Apapachos

Paulafat dijo...

Eso le pasó hoy a mi hermana! Su primera cana a los 21 años... sólo la miraba y la miraba...

Un abrazo para tí.

CarolinaVK dijo...

El otro día me quejé con un amigo de mi nueva cara sin gafas, y él me dijo: "Lo que pasa es que como uno está todo el día mirándose la cara en el espejo, ve cosas que no ven los demás, por eso es que somos tan autocríticos".
Esa es la otra versión de tu cuento, el espejo.

Alejandro Ramírez Giraldo dijo...

Muy bien descrito, Esteban, y la selección de palabras es muy afortunada.

Un saludo,

El Gemelo Malvado dijo...

Tendré que cerrar la ventana para evitar el curioseo.

yacasinosoynadie dijo...

mmmmmmmmmmmmm no tiene la fuerza de otros cuentos tuyos mi querido Esteban y para serte sincero la descripción del personaje se me hizo un poco floja... Es dificil ese tema de la vejez, creo que uno de los que mejor lo ha tratado es Kawabata en "La Casa de las Bellas Durmientes"....

Un abrazo hombre...

Esteban Dublín dijo...

Jajajaja. Gracias, Angelita.

Martín, tú bien lo dices.

Nancy, creo que más que descubrir la vejez, es desperdiciar la vida preocupándose por la vanidad.

Pala Labra, lo importante es que aproveche los años que tiene y que si le salen canas, las disfrute porque son consecuencia de vivir intensamente y no preocuparse por cómo luce.

Carolina, yo creo lo contrario. Creo que por preocuparnos más por lo que puedan decir lo demás de nosotros le prestamos demasiada importancia a nuestra imagen. Y verdad, no vale la pena.

Alejandro, halagadísimo.

Diego, dale, ciérrala.

Jorge, muchas gracias por la crítica. Pero debo decir que a mí sí me ha gustado mucho, ya que no es un cuento acerca de la vejez, sino acerca de la vanidad. Del mucho tiempo que pasamos frente a los espejos, preocupados por cómo nos vemos. En eso, la vida se nos va. Si invirtiéramos más tiempo en vivir y menos en lucir, creo que todo sería más divertido.

Oriana P. S. dijo...

La belleza está en todos lados, aun más (según mi parecer) en las arrugas y en las canas, porque es en ellas donde se esconde la experiencia y la sabiduría.

La perfección está en la risa franca, en la mirada transparente, en el calor de las manos, en el timbre de la voz, en la suavidad de un beso.

Me gustó.
Saludos :)

Esteban Dublín dijo...

Oriana, lo que dices es muy cierto, pero, ¿vale la pena preocuparse por mirarse al espejo durante tanto tiempo?

El Titán dijo...

uy yo lo interprete por el lado mas fantastico, esto es, se estaba haciendo un hombre de cristal, un hombre-espejo...
excelente blog, un abrazo...

Esteban Dublín dijo...

Gracias, don Titán, siempre bienvenido por aquí.

Clara dijo...

En un acto cotidiano, nos miramos en el espejo y aunque somos conscientes de nuestro envejecimiento, por qué será que siempre nos vemos iguales?
Un beso,

Esteban Dublín dijo...

Clara, ¿por qué será que nos preocupamos tanto por cómo nos vemos por fuera si nos vemos tan mal por dentro?

Ignacio Reiva dijo...

Envejecer no siempre es signo de haber vivido, mas envejecen quienes menos viven, ¿por qué será?

Esteban Dublín dijo...

Es una buena pregunta Ignacio. Pero, ¿por qué será que pasamos la vida frente al espejo en lugar de estar afuera disfrutando?