jueves, 21 de mayo de 2009

Palabricidio

Lentamente, una a una se acomoda en una pared cubierta de sangre y, temblando, se ponen en posición. Al frente, Leo levanta su fusil, apunta con detenimiento y, con una tremenda precisión, dispara en el centro de cada una de las condenadas a muerte. En segundos, caen un beso, un secreto, un miedo, una tormenta, un viaje, un delirio, un escalofrío, un final, un adiós, una grieta, una puerta, un ave, un reflejo y una necesidad. Una vez culmina el fusilamiento, Leo deja su arma en el suelo, levanta las palabras asesinadas y las incluye en su nuevo poema.

21 comentarios:

Alejandro Ramírez Giraldo dijo...

De acuerdo o en contra pero siempre pendiente. La imagen en general es muy buena y al final queda una pregunta diabólica: ¿Hay que asesinar las palabras para poderlas usar? ¿O hay que acariciarlas y seducirlas?

Un abrazo.

PULSAY dijo...

¡Un aplauso! ¡Una ovación! Que gran texto.
Pulsay

Johan Bush Walls dijo...

Yo digo que no hay que asesinarlas, pero si se puede seguir la línea que señala Octavio Paz.

Le doy un copipeist a un poema del viejito.

"Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dale azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras"

Octavio Paz.

Salú pue.

yacasinosoynadie dijo...

De acuerdo con que la imagen general es bellísima… No sé si el meollo sea acariciar las palabras o asesinarlas para ponerlas en el poema; de golpe es tan solo dejarlas venir, como bien lo decía el comienzo de este hermoso poema de Cortazar:

Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir.

Leo dijo...

Hola Esteban. Qué decir de tu cuento. Es un honor. Muchas Gracias. Y que bueno las reflexiones que genera. Eso es lo que se busca. Claro que debemos hacer lo de Octavio Paz. Yo pienso que para las que tenemos esa necesidad insoportable de simbolizar no hay otra forma de escribir arrancando las palabras, como arrancando un corazón: las ven? laten aún, se mueven, son libres en el poema y tienen vida hasta que mueren en la combinación de la poesía. Imagino una erupción en donde el magma son las palabras; calientes. Luego imagino el escenario posterior: el magma solidificado y allí es donde comienza un nuevo fusilamiento que, paradójicamente en este único caso, es una forma de dar vida.

Gracias Esteban.

Campanula dijo...

Como siempre un gran cuento, un desenlace inesperado, me gusta mucho tu manera de escribir, algun día espero escribir un cuento corto y que no me salga tan mal.
un abrazo

Ángela Cuartas dijo...

Raro pensar al poeta como asesino de palabras. Sería un asesino que las mata para hacerlas vivir de otro modos. De otros modos, porque siento que en la buena poesía las palabras exhiben sutilezas que en la cotidianidad esconden.

Nancy dijo...

Una hermosa imagen que me recuerda otra (que nada que ver aquí): matar a besos.
Me sumo a la ovación

Nancy dijo...

p.d
pero si el palabricidio no lo consideráramos una mera imagen metafórica sino una grotesca forma de usar el idioma... se llevan las palmas los locutores de radio de mi pueblo, jajaja

Esteban Dublín dijo...

Alejandro, muy bien. Siempre pendiente, como yo. Y sí, la pregunta es tenebrosa, pero alguien tenía que hacerla. Gracias por presentarla. Un abrazo para ti también.

Gracias, Pulsay.

Don Johan, encantado de recibir por aquí a don Octavio.

Jorge, ¿será que se trata de dejarlas venir? Mmmm, se me acaba de ocurrir algo.

Leo, el honor es mío. Cuando una persona que no me conoce me brinda la posibilidad de que haga lo que yo quiera con su nombre es un privilegio que no puedo desconocer de ninguna forma. Gracias a ti.

Campanula, lo importante es que te des a la tarea de escribirlo. Si no lo intentas, jamás sabrás que pudo haber salido.

Ángela, yo lo que creo es que la metáfora invita a que cada quien le da vida a las palabras que escribe como él mejor lo crea. Tu diccionario de obviedades, precisamente, es el mejor ejemplo de eso. Tú matas a la palabra con su significado tradicional y le das una nueva interpretación absolutamente nueva, totalmente tuya.

Nancy, como siempre, tú ahí, al pie del cañón. Un beso enorme que llegue allá hasta la luna donde te escapas a veces.

::aDa_MaDriNa:: dijo...

igual y masticarlas meditarlas, sentirlas, digerirlas o simplemente no pensarlas tanto,,, puede que pierdan sentido... y abracadabra un poema aparecera...

::aDa_MaDriNa:: dijo...

tus cuentos son la onda....
por aqui andare...
saludos!!!

Esteban Dublín dijo...

¿La onda? Suena bien. Gracias.

Anónimo dijo...

Me siento como una de esas palabras, asesinada. La constancia me asombra, sos un hombre maravilloso... este cuento no entró en mí tanto. Ayer tuve un día de mierda y por eso no lo comenté.

Female, desde la tristeza absoluta

Esteban Dublín dijo...

Mi querida Female, te propongo un ejercicio. Elige la palabra que quieras y siempre que tengas un día de mierda, pon la palabra que pueda combatir las circunstancias.

Si no te funciona, entonces me dices por qué tienes un día de mierda y yo te regalo una palabra capaz de anular un mal día.

Besos.

Rebeca Gonzalo dijo...

¡Enhorabuena! has hecho que vuelva a creer en la magia de las palabras y en la belleza de los microcuentos por su extremada dificultad. Me marcho asombrada.

Martín Gardella dijo...

Esteban, me gustó el relato, como todos los tuyos en general. Debo reconocer ademas que prefiero estos, que no estan dedicados a ningun lector, porque los otros, me obligan a saber más acerca del destinatario. Un abrazo

Tatica dijo...

El efecto es simpático, pero una sola vez. Lo que indigesta de los microcuentos es su insistente respeto a la fórmula de forzar la curiosidad para para rematar con una frase arrancasuspiros.

Te cambio todos los cuentitos que escapen a eso, por un ensayo de tres frases sobre por qué las palabras están más muertas en un periódico escrito con indolencia que en un poema escrito a bala.

Te lee,

Tata, Tatica, Tata...

Esteban Dublín dijo...

Sechat, mil gracias. Bienvenida siempre.

Martín, mi querido Martín, te traicionó el subconsciente, porque este micro sí está dedicado a un lector. Pero aclaro, no es que estén dedicados, es sencillamente un intercambio. Un nombre por un cuento. Abrazos.

Tatica, Tatica, me emocionas. Vamos a ver, pasito a pasito. Eso de la indigestión por los microcuentos se soluciona fácil. El Alka Seltzer tal vez sean cuentos más largos. Para no extenderme mucho te recomiendo a Borges, a Carver, a Chéjov y a Calvino.

Con respecto a tu propuesta, debo decir que me gusta el ejercicio, pero voy a pasar por el sencillo hecho de que el hecho de encontrarme con una crítica como tú me emociona enormemente, pero eso no quiere decir necesariamente que te vaya a complacer.

Eso sí, te espero de vuelta, mi querida Tatica.

Martín Gardella dijo...

Esteban, en este no senti necesidad de saber mas acerca del destinatario. Debe ser eso, entonces. Un abrazo

Esteban Dublín dijo...

Ah, bueno, eso es otra cosa. Un abrazo para ti también, Martín.