jueves, 3 de septiembre de 2009

Semilla

Lauri tenía la firme intención de plantar un árbol diferente. Tomó unas semillas, salió a su patio y depositó unas pepitas en la tierra que luego cubrió con un poco de agua. En poco tiempo la plantación empezó a crecer de manera distinta. Sus ramas eran extremidades y sus hojas componían un rostro tierno e inocente. No pasó mucho tiempo para que todos se dieran cuenta de que era una mujercita que crecía más rápido de lo que Lauri quería. Años después la niña, que ya no era una niña, quiso emprender su propio camino y se despidió de su madre. “Es hora, mamá”, sentenció. Lauri lloró por la partida de su hija y cada raíz que le cortaba a su semilla era como un pedazo que se arrancaba del corazón.

14 comentarios:

SIL dijo...

Como seguidora y amiga de Lauri, plaudo esta entrada.

Yo, he plantado cuatro ejemplares en mi patio, con la misma firme intención...y estoy esperando la sentencia.

UN ABRAZO.

SIL dijo...

Léase correctamente : aplaudo.

Walter dijo...

Me gustaría poder contribuir con un comentario, pero no me salen más que felicitaciones.
Como siempre, un gusto leerte.

David Moreno dijo...

Original, de nuevo me sorprendes, qué manera de contar el momento en el que los hijos parten para labrar su propio camino...

Un saludo indio

Víctor dijo...

Lauri cumplió dos de los objetivos vitales (plantar un árbol y tener un hijo) de una sola tacada. Sólo le queda escribir el libro, aunque puede que ya esté en ello.

Saludos lelos, Esteban!!!

Verónica Calvo dijo...

Qué tierno!!! Hermoso cuento, Esteban. Abrazo.

Anónimo dijo...

Me has hecho emocionar profundamente, Estéban (hasta las lágrimas...)
En primer lugar, porque es un elogio formar parte de una creación genial, y compartir lugar con tantos otros nombres en el corazón de este maravilloso blog.
En segundo lugar, porque tu inspiración ha entrado en la profundidad de mi ser, aún sin conocernos.
En tercero, porque el cuento es profundamente emotivo, y es muy acertada la metáfora madre-hija.
Te dejo un abrazo enorme!!!!!!!
Gracias...

Martín Gardella dijo...

Debe ser triste cuando los hijos se van. Es señal de que nos ponemos viejos... por suerte, me falta mucho! Hermoso homenaje a Lauri, Felicitaciones!

Anónimo dijo...

Qué precios y que emocionante, ls que tenemos hijos lo sabemos, ese momento es muy especial y aunque esperado no esmenos emocionante.
Un saludo
Teresa

Esteban Dublín dijo...

Huy, Sil, me cuentas cómo te va con esas plantaciones. Un abrazo para ti también.

Walter, hombre, muchas gracias.

No comments, me alegra que te agrade la forma. Aunque debo confesarte que siento que algo falta para darle un quiebre al cuento. Un gusto tenerte por aquí.

Víctor, yo creo que está en la tarea. Un abrazo, mi amigo.

Ananda, ese era el efecto.

Lauri, para mí es una maravilla que un cuentito logre semejante reacción en la persona que pide un cuento. Sabes que esta es tu casa. Ha sido un gusto escribir tu cuentito.

Martín, la vejez, qué cosa tan aterradora.

Teresa, muchas gracias por tus impresiones. Sensaciones como las tuyas son una maravilla para este espacio.

Nancy dijo...

Me he conmovido muchísimo... como madre me identifico con Lauri y tu cuentito... Se acerca el día en que deba cortar las raíces para ver desplegarse las alas de mis nenas...

Esteban Dublín dijo...

Nancy, en todo caso es una metáfora cíclica, porque por más que los hijos se vayan de casa, siempre vuelven a su hogar, donde crecieron, donde sus raíces fueron cuidadas.

yacasinosoynadie dijo...

es hora mamá??? o es ahora mamá???... no se si se trata de una errata o es apropósito pero en todo caso ni le quita ni le pone... tiernito el cuento... buen retrato de la maternidad.

Esteban Dublín dijo...

Es hora, mamá. Tal cual está ahí. Y sí, es tierno, Jorge, como la solicitante del cuento. De eso se trata también.