lunes, 14 de diciembre de 2009

Ipso facto

Desde muy niña, Omaida Kulaj descubrió la extraordinaria habilidad que poseía. Si quería algo, sólo debía cerrar sus ojos, desearlo con mucha fuerza y cuando los abría, aquello que pensaba aparecía como por efecto mágico. Quería un postre de limón y surgía de la nada. Deseaba un coche de lujo y lo tenía al instante. Anhelaba una casa de colina con puertas de plata y la obtenía inmediatamente. Todo lo que deseaba se hacía tangible con el poder de sus pensamientos y muy pronto descubrió que su don era capaz de trasgredir los terrenos materiales. Entonces empezó a ansiar amor, esperanza, tranquilidad. Y lo tuvo todo. Un día, inevitablemente, pensó en la muerte.

23 comentarios:

David Moreno dijo...

“Ten cuidado con lo que deseas porque podría hacerse realidad" ¿no?

Aunque ¿es lo mismo pensar que desear la muerte?

Un saludo indio

Verónica Calvo dijo...

La cadena de pensamientos. Uno lleva a otro y a otro y a mil. Menos mal que también pensó en otras cosillas, no tanto bien matereial, pero, al final, todo se reduce a lo mismo, es inevitable.
Un abrazo.

Víctor dijo...

Me gustó el relato, Esteban, pero debo confesarte que intuí el final. ¿Cómo? Porque hace días que estaba pensando en escribir algo muuuuy parecido, y ese fue uno de los finales que imaginé para mi historia. ¿Causalidad o casualidad? Da lo mismo. Pese a todo, muy bien narrado: rápido, fluido... Y el final, cortante y directo.

Un abrazo Esteban.

Nel Morán dijo...

A veces la misma idea se desarrolla de distinta manera, aunque tenga el mismo final. Cada escritor es un mundo que lo hace original. Este es bueno.

Fernando Ramos dijo...

Me parece que el final quedó algo flojo. Estoy de acuerdo con No comments. En todas las otras cosas había un fuerte deseo, en cambio en la muerte simplemente pensó.

Saludos

Angela María dijo...

Deseo vs Pensamiento.

Que tan poderosos pueden llegar a ser?

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

la verdad es que el final ha mejorado con creces el resto del texto.
El lector se involucra al final.

buen trabajo.

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

siento discrepar con algunos.

El texto empieza fuerte, y poco a poco se va deluyendo convirtiéndose en una historia fácilmente asimilable y sólo al leer el final lector encuentra una recompensa emocional a su atención en este microrrelato.

Martín Gardella dijo...

Me gustó mucho el final! Sorprende! Buena micro! Un abrazo

Esteban Dublín dijo...

NC, nunca un deseo fue tan peligroso. Y no, claramente no es lo mismo pensar que desear la muerte, pero hay una licencia que me permito hacer con respecto a los pensamientos que incluyen la imaginación y los deseos.

Ananda, la avaricia humana es increíble, pero me gusta creer que siempre volvemos a lo básico.

Víctor, me alegra que te haya gustado. Fíjate lo que decía en tu blog, vamos coincidiendo una y otra vez. Mis relatos con tus ideas, tus ideas con mis relatos. En fin, repito que ante eso me siento halagado.

Adivín, las ideas están en el aire. Soy de los que cree que el primero que las huela, la plasma, pero por ahí queda luego también en el aire.

Fernando, remito mi respuesta a la misma de NC. En todo caso, gracias por abrir el debate.

Ángela, primero que todo, bienvenida por aquí. Y ambos son poderosos. Aunque esto es ficción, creo que son realizables, siempre y cuando las ganas sean realmente grandes.

Daniel, qué privilegio contar con lectores críticos y antentos como tú. Gracias por tu análisis.

Martín, gracias, como siempre.

Unknown dijo...

me parece un cuento extraordinario

Dan d'O dijo...

Con en medio el tiempo que es más largo y en el cual se insertan muchas cosas más, creo que todos los seres humanos tenemos ese poder...

¡Saludos!

Yo soy Escribidor dijo...

Son pensamientos que no se pueden dejar de pensar.

Esteban Dublín dijo...

Juanma, gracias amigo mío.

Daniela, tienes razón. Todos los seres humanos podemos hacer realidad nuestros deseos. Es cuestión de compromiso.

Deivi, bien dicho.

Naida Saavedra dijo...

Uuuuuuhhhh, por eso a pesar de que me quejo de no tener poderes mágicos, doy gracias por no tenerlos.

Zarache dijo...

Pero bueno por lo menos tuvo, literalmente, todo lo que deseó.

Esteban Dublín dijo...

Naida, qué interesante tu visión particular. Todo lo que envidiamos al resto de la gente por lo que tiene y realmente sabemos que no podríamos tener aquello que anhelamos en el otro.

Lau, así es, pero fíjate qué peligroso se vuelve el asunto.

María Isabel Gómez Castillo dijo...

Me ha gustado, tiene mensaje y todo.
Un abrazo.

Esteban Dublín dijo...

Me alegra que te haya gustado, Isabel. Besos y abrazos.

Angela María dijo...

Gracias, Esteban.

Lucas Vargas Sierra dijo...

El comentario de "no comments" se me ocurrió al leerlo, ella no deseo la muerte, pensó en ella. Entiendo la licencia narrativa al jugar con el pensar y el desear, pero me parece que no tiene que ver, ella pensaba seguro muchas cosas, pero "Si quería algo, sólo debía cerrar sus ojos, desearlo con mucha fuerza y cuando los abría, aquello que pensaba aparecía como por efecto mágico", es requisito que lo desee con mucha fuerza, no sólo que lo piense.

Por otra parte está bien, yo sólo digo...

¡Alegría!

Campanula dijo...

Seria inevitable no pensar en la muerte, existe una película donde los pensamientos de los actores se hacen realidad, entonces se dan cuenta que los humanos no estamos preparados para ese ¨don¨... en fin, muy muy bueno.
un abrazo

Esteban Dublín dijo...

Ángela, con mucho gusto.

Lucas, agradezco tu inquietud literaria, pero creo que verlo todo de manera tan literal puede ser contraproducente. Insisto, es una lincencia y la considero válida, aunque respeto profundamente tu punto de vista.

Campa, ¿cómo se llama esa película? Me interesa.