—¡Por favor, doctor, quíteme estas alas!
—¿Para qué? —dijo el cirujano—. ¿No se da cuenta de que es un animal hermoso?
—Sí, doctor —replicó—. Pero todas las yeguas a las que me acerco temen que las deje y me vaya volando.
lunes, 22 de noviembre de 2010
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18 comentarios:
Me gustó la imagen que describes y me imaginé a ese caballo alado volando de yegua en yegua, jeje
Un saludo indio
JAJAJAJAJA
Qué ingenuas las pobres... como si sólo se pudiera volar con alas físicas...
Abrazo
Muy bueno.
Jajá¡Qué no se quite aquello que lo hace único! Le aconsejaría a Pegaso que busque yeguas mas seguras de sí.
no se dan cuenta de que él las puede llevar a volar?
Muy bueno, Esteban.
Lo que se hace por las mujeres (o por los hombres), dejar de ser uno mismo!
Muy bueno Esteban, abrazos
Cuantos hombres y mujeres no se han cortado las alas por lo mismo.
David, ¿a quién no le ha pasado?
Ananda, la obsesión es capaz de derrumbar cualquier cosa. Abrazos.
Gracias, Dani. Abrazos internacionales.
Patricia, o más bien, que trabaje en la seguridad de sí mismo.
Juan, sí se da cuenta: no lo ve, que es distinto.
Gracias, Javi. Tiempo sin verte por aquí. Pasa más seguido.
Anita, ¿no es la paradoja del amor? ¿Cambiar por hacer feliz al otro?
Manuel, y contando...
jajajaja
Muy bueno, aunque me temo que quitarle las alas no impedirá que lo pueda hacer
Besos
Alís, parece que te ha pasado...
jajaja, por supuesto. A mi edad, hubo tiempo de que se me fueran volando; y también yo me fui volando.
¿A ti nunca te pasó?
Un beso
Claro que sí, Alís. Soy enamoradizo por naturaleza.
Jajaja bastante bueno :)
Me alegra, Deigar. Pasa más seguido.
Maravilloso, creo que la solución es enseñarles a volar.
Y no es tan difícil como parece, Tomás. Un saludo.
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