—Un frasco de paciencia, por favor.
—¿De paciencia?
—Sí. Rápido, por favor.
—¿Trae fórmula?
—¿Cómo fórmula? ¿Ahora un poco de paciencia requiere de fórmula?
—Señora, usted sabe, la paciencia escasea en estos tiempos. No se la puedo vender así no más. Necesito una prescripción.
—Absurdo…
—…
—No tengo fórmula. Pero necesito un frasco urgente.
—Con todo respeto, señora. No puedo darle lo que me pide sin prescripción médica.
—Le doy el doble.
—…
—El triple.
—Me puede ofrecer diez veces lo que vale. En esta farmacia no se la puedo vender sin fórmula.
—¡Imbécil, tarado, dependiente estúpido!
—…
—¡Granuja, holgazán, majadero!
—Señora, cálmese, por favor…
—¡Pelafustán, tegua, cretino!
—Salga ya mismo.
—¡Tarado, facho, soplapingas!
—Lárguese, vieja loca. Y dígale a su siquiatra que le formule un frasco de paciencia.
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2 comentarios:
Jajajaja, muy divertido y encima he descubierto dos nuevos insultos que no conocía: pelafustán y tegua. ¡verás cuando se los suelte a alguien!
Besitos
Y un poquito para el dependiente también...
Siempre es un gusto pvolver por acá, y una suerte haberte encontrado y poder leerte.
¡Cariños!
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