viernes, 12 de abril de 2013
El Palacio de Versalles
Pocas veces en mi vida he quedado tan impresionado como cuando conocí el Palacio de Versalles en Francia. Sí, el mismo que hizo ‘Rey Sol’ a Luis XIV, el mismo que vio desfilar a toda la realeza europea a través de El Salón de los Espejos, el mismo en el que residió el mito de María Antonieta, el mismo que testificó la furia de los rebeldes franceses. Es, en una palabra, impresionante. Sus habitaciones son una oda al lujo; sus pasillos, una evocación de la riqueza; sus jardines, una obra de arte al aire libre. Tal vez por su exacerbada inclinación hacia la suntuosidad, me fue tan difícil comprender el por qué la familia y los invitados reales, en las tremendas bacanales que organizaba el Rey, terminaban usando las cortinas del Palacio como baños de turno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Es un lugar hermoso,yo me enamoré de los jardines.
un beso.
Yo me enamoré de todo, Angelita. No hay adjetivo que describa ese palacio.
Publicar un comentario