viernes, 26 de abril de 2013

Los misterios de Lavalle

En el 2007 tuve la fortuna de viajar a Argentina. Durante cerca de un año viví en la ciudad de Buenos Aires, que me enamoró por su creatividad y portafolio cultural. Contrario a las otras ciudades de las que les he hablado anteriormente, en Bs As no fui un turista. Allí caminé las mismas calles que caminan los porteños, comí los platos que comen los argentinos e, incluso, llegué a burlarme de algunos extranjeros. Mi plan ideal era salir los fines de semana al microcentro y extasiarme con los teatros de la calle Corrientes. El caso es que nunca tuve dinero para entrar a una obra. Sin embargo, un día, caminando por ahí, crucé Corrientes y me encontré con un pasillo menos popular, pero definitivamente más afín a mi situación económica, Lavalle. Si Corrientes es el pasillo de los teatros, Lavalle es el de los cinemas. Fue un descubrimiento maravilloso, porque se convirtió en mi plan favorito. Y puedo dar fe de que en más de una ocasión, la película que elegía ver estaba exclusivamente proyectada para mí. La paradoja, sin embargo, es que a pesar de que disfrutaba mucho la soledad, durante ese viaje llegué a tal extremo que, con frecuencia, pensaba que la película que había elegido sería sobre mí, es decir, que era mi historia: yo, conociendo Buenos Aires, descubriendo los cinemas de Lavalle, entrando a las salas en solitario, descubriéndome en una película que narraba mi historia. Ese pensamiento derivó en un microrrelato que escribí años después y otros tantos antes de esta anécdota, al que llamé "Laberinto" y que está presente en mi libro.

5 comentarios:

Matías Eckerdt dijo...

Esa sensación que tuviste es fiel al ser humano; en tanto humano, jamás debemos dejar de dar rienda suelta a las señales que nos ofrece el colosal Universo. Porque todo nos pertenece y de aquí todo merecemos.
Y sí, Buenos Aires es cosmopolita desde su nacimiento. Una vez que comienzas a andarla, te fundes en ella y todo es tuyo, inevitablemente.
Un placer que lo hayas disfrutado.
Gracias por contar la experiencia.
Saludos.

Esteban Dublín dijo...

Hola, Matías, bienvenido a Los cuentitos. Un placer compartir con ustedes estas anécdotas.

Anónimo dijo...

Nunca me ocurrió lo que dice Matías, vivo en Bs.As., pero jamás me fundí en ella y creo que nunca llegaré a hacerlo (cosas de provinciana que escucha las señales del universo en otros lares, pero no puede hacerse eco de ellas...) Claro que atrapa a más de uno, lo sé, pero para mí sería una película de terror estar en un cine en la calle Lavalle viéndome encerrada allí por siempre... Celebro que no haya sido tu caso, y que la ciudad haya alimentado tu creatividad.
¡Cariños!

Esteban Dublín dijo...

A mí me alegra es tenerte de vuelta, mi querida Lauri.

Anónimo dijo...

¡Gracias, Estéban! Releo mi comentario hoy, y me hago reir... a veces sueno drástica ("enfática"·, me llaman a veces disfrazando un poquito la magnitud de mis dislates). Pero bué, si me puedo reir sanamente de mí misma, me permito sentirme bien...
¡Un gran beso!