jueves, 10 de octubre de 2013

La Mujer Cocodrilo

La luna de Plato ya no lo cobija. Los mangles dejaron de figurar como camuflaje. El río se llevó la leyenda con su caudal. Entre los matorrales, ya no se asoma el Hombre apellidado Caimán y sus pasos se esfumaron como el mito que hizo grande al Magdalena. Las mujeres ahora se bañan sin temor a las orillas del arroyo y exponen sus cuerpos desnudos al sol con el orgullo de su color costeño. Ahora son los chiquillos arrechos los que espían a las comadres emulando el legado del legendario voyerista. Y soy yo quien los espanta con este cuerpo deforme, aguardando paciente el regreso del hombre que me convirtió en animal.

2 comentarios:

Alís dijo...

Las leyendas sobreviven a duras penas. Los personajes mitológicos están en peligro de extinción. Habrá que recuperarlas.

Bonito relato

Un abrazo

Esteban Dublín dijo...

Por eso, mi querida Alís, es que hay que reescribir nuestras leyendas.