miércoles, 16 de octubre de 2013

Objeto del misterio

Cada vez que mi hermano menor recibía un regalo, lo desbarataba para saber de qué estaba hecho. Lo recuerdo sacando la espuma de sus peluches, rompiendo sus carritos, destejiendo su ropa nueva. En mi papel de hermano mayor, siempre le advertía que alguna vez las cosas le cobrarían venganza. Sin embargo, él continuó perfeccionando cada vez más sus técnicas de destrucción con elementos más sofisticados: cámaras, ordenadores, electrodomésticos. Una noche, mientras descomponía una lavadora nueva, desapareció. Mi madre, después de años de llanto y de búsquedas fallidas, se niega a venderla.

4 comentarios:

Mofeta dijo...

ustéd sigue escribiendo a pesar de los años

Alís dijo...

Aferrarse a los recuerdos...
Al hermano le faltaba algo de perfeccionamiento. Al final, las cosas se vengaron.

Un abrazo

Gemma dijo...

La venganza de los objetos, no por inesperada menos justa.
Abrazos, Daniel

Esteban Dublín dijo...

Mofeta, así es. Así que te sigo esperando por aquí.

Alís, esa perfección que no existe, porque aún cuando lleguemos a ella, siempre va a haber algo que no nos conforme. La paradoja de la eterna insatisfacción.

Gemma, un gusto verte de nuevo. Un abrazo y que vuelvas.