martes, 12 de agosto de 2014
Lo que no sabía de mi corazón
No sabía que se podría arrugar de semejante forma cuando una aguja te perforara con el fin de protegerte de los peligros que rondan nuestros tiempos. No sabía que era capaz de incendiarse por dentro cada vez que alguien o algo dice algo de ti que contradice las buenas intenciones. No sabía que se ensancharía producto de la emoción de reencontrarte después de horas interminables de escritura inútil, vacía, superflua. No sabía que tendría ese tamaño cuando testificara con orgullo que tu presencia me recuerda la figura de los ángeles. No sabía que se levantaría alterado en la madrugada al escuchar tus quejidos que ahora me suenan a felicidades. No sabía que latería tan fuerte cuando observara tus sonrisas tan necesarias para combatir la desesperanza. No sabía, Emmanuel querido, que aún no lo había estrenado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Nada como un hijo para descubrirnos de qué es capaz nuestro corazón. No hay amor más grande, más intenso, ni más fuerte.
Bello tu texto. Emmanuel será feliz cuando pueda leerlo
Un abrazo
Genial Esteban.
Anhelo que Emmanuel lo lea alguna vez. Y lo valore.
Gracias, Eskimal. No es un microrrelato, es algo que mi hijo me inspira.
Publicar un comentario