martes, 1 de abril de 2008

5:00 p.m.

A Ken

Urano del Solar esperaba nervioso al cliente del que se había enamorado desde el primer día que vio. Cada martes, llegando a las 5:00 p.m., don Odu llegaba a la peluquería en el barrio Miraflores de Lima sin falta para que Urano le cortara las patillas, lo afeitara a ras y le hiciera el clásico corte con el que se había acostumbrado a vivir desde los treinta y dos años. Ese día, don Odu, japonés por ascendencia y peruano de nacimiento, tardaba en llegar. Urano miró el reloj de cuerda que colgaba de una de las columnas de la peluquería y se impacientó. Ocho días antes, se había decidido a romper el silencio del amor que lo tenía contenido en noches de lágrimas e incertidumbre. Mientras cortaba una de las patillas de su cliente, rozó con una inusual suavidad la oreja de don Odu, que a excepción de dejar la revista de farándula que leía, no había hecho ningún otro movimiento de rechazo. Eran las 6:00 p.m. Urano echó un vistazo afuera de la peluquería y pensó con serenidad que tal vez don Odu habría decidido cambiar de corte para verlo de nuevo.

2 comentarios:

Ivan Andrade dijo...

Me gusta el ejercicio de los cuentitos. Además, están muy bien escritos. Volveré por aquí.

P.D. Con lo de pensar duele estaba intentando ser sarcástico, porque si hay algo que yo valore es la gente que le gusta usar la cabeza para algo más que para tener un bonito peinado.

Gracias y de verdad muy buena su escritura.

Esteban Dublín dijo...

Muchas gracias, Iván. Bienvenido siempre a explorar estos microcuentos.