viernes, 25 de abril de 2008

Gourmet

El mesero le trajo de vuelta a Lio Matti el Pollo al Oporto, adornado con zanahorias finamente picadas y con hongos de pino que había preparado. El exigente chef jamás había vivido el desplante de un cliente. Tomó el plato con una mano, echó su cabeza para atrás, emitió un crujido seco con el pecho y depositó con su boca el toque de sal que, según su cliente, le hacía falta a la receta.

7 comentarios:

yacasinosoynadie dijo...

uno nnca sabe lo que pasa detras de las puertas de la cocina... que horror.

homohabitus dijo...

El platillo suena apetitoso y se logra ver bien "plateado". No era para tanto lo del salado “pollo”, pero quien sabe que día había tenido nuestro querido chef y de qué manera fue referido el comentario del comensal hacia su deleitosa preparación... jajaja, puro club de la pelea.
Fidel

rio de sal dijo...

las cosas que se pueden ver en una cocina.... hummmmm yo si que lo he vivido.

Esteban Dublín dijo...

Estimado Jorge, es cierto. Yo recomiendo nunca devolver un plato en un restaurante. Quién sabe con qué le salgan a uno.

Mi estimado Fidel, sólo el cliente podría saber si le pusieron la sal que deseaba.

Mi querida Verónica, yo no sólo me imagino, conozco casos en los que pasan cosas increíbles en las cocinas de los restaurantes.

Camilo Jiménez dijo...

Yo tampoco devuelvo platos, qué susto.

Para quienes quieran conocer lo que pasa en el trasfondo de las cocinas recomiendo el divertidísimo libro de Anthony Bourdain, "Confesiones de un chef".

Camilo Jiménez dijo...

Hombre, y se me olvidó poner en el comentario anterior: buen minirelato.

Esteban Dublín dijo...

Mi estimado Camilo, está muy bien que nunca devuelvas un plato. Y con respecto a Anthony Bourdain, ay, Dios mío, qué trabajo tan difícil el que tiene, ¿no? Comer por el mundo...