martes, 11 de noviembre de 2008
Curiosidad
Yo estaba petrificada. Mi marido llegó a la casa preocupado, angustiado, mirando de un lado para otro. Dijo que debíamos salir de la ciudad, que ese lugar no era para nosotros. Empacamos nuestras cosas y salimos corriendo. Es cierto que me advirtió que mirara hacia el frente, que mejores cosas vendrían para nosotros. Pero no crean que fue tan fácil abandonar así como así el lugar en el que viví durante tanto tiempo. De todas formas, si le hubiera hecho caso a Lot, estaría con él y no convertida en esta puta estatua de sal.
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12 comentarios:
Me acordaste de un cuento de un profesor mío, Gabriel Pabón. Voy a buscarlo y transcribirlo. Es muy cortito también.
¡Vivan los cuentitos!
Viejo usted es un maestro del minimalismo literario.
Maestro Dublin, me hubiera gustado un poco más de ironía en el final. Pero claro ese es un gusto mío.
Salú pue.
De acuerdo con Johann, amigo Esteban. Ah, ¡y yo también vi clases con Pabón!
La sal de Lot (por Gabriel Pabón)
No porque se hubiera vuelto una estatua de sal , Lot abandonó a la fisgona de su mujer en las afueras de Sodoma y Gomorra. Todo lo contrario: con el esmero que pudo la llevó a cuestas hasta su hogar y allí le destinó un lugar privilegiado en la cocina.
Dicen que cuando una pareja descendiente de la mujer de Lot contrae matrimonio, los recién casados adquieren el derecho de pellizcar la estatua y sazonar sus comidas con esa sal de ligero sabor a fuego, azufre y pecado.
El efecto afrodisiaco, aseguran, es incomparable
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Este era el cuento que me recordó el de hoy.
Vea pues yo tambien vi clase con Pabón... el tipo escribe super bien... Tengo que decir que a mi este cuentito si me encantó... gracias amigo Esteban.
Mauricio, excelente el cuento del señor Pabón. Curioso que tantos lectores hayan tenido clases con él. ¿De qué da y en dónde da clases?
Turin, muchas gracias por esas palabras. Pero ese título creo que me queda grande. Como todo es un proceso que cultivo con el tiempo y la disciplina.
Johan, está bien que sea un gusto tuyo. De hecho, estos cuentitos son para ustedes y cuando le dices que no te gustó algo de lo que dijo, estás en todo tu derecho. Es un diálogo, es decir, de dos.
Martín, muy bien. Te repito lo que le dije a Johan. ¿Qué tal Plaza Cibeles?
Jorge, gracias por tus palabras. Veo que estás escribiendo más seguido. Eso no puede significar otra cosa que mejorar.
Gabriel Pabón me dio clase en el diplomado de Escrituras Creativas en la Javeriana de Bogotá. Creo que el es profesor del departamento de literatura de esa U pero no estoy seguro
Siglos después de la leyenda sigo preguntándome qué quiso ver la mujer en ese giro. La historia de lo visto y no visto es otra excelente historia por escribir. No recuerdo que haya sido llevada a letra.
Diego, yo te digo la verdad, de ser mi caso, yo creo que no hubiera aguantado las ganas de mirar lo que estaba pasando con Sodoma y Gomorra, y de lo que era capaz de hacer la ira de Dios.
Con respecto a la historia de lo no visto, bájate de Ares y cualquier programa de música una canción de Fernando Delgadillo llamada Momentos Pendientes, un extraordinario cuento acerca de lo que no ha sucedido aún.
Con Pabón vi clase de algo que se llamaba Textos y escrituras (algo así) buen profesor el hombre...
Si Esteban, estoy volviendo a escribir luego de una sequía terrible, apropósito: le hice un par de cambios al cuento La Mañana de Abelardo Díaz, por si gustas darle una segunda oportunidad. Un abrazo hombre.
Claro que sí, Jorge. Voy pa' llá.
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