Cada noche, mi abuela me duerme con un cuento. Desde que tengo uso de razón, me cuenta historias fantásticas donde aparecen nomos, duendes, elfos, gigantes y hadas. Lo curioso del tema es que no recurre a ningún libro para que concilie el sueño, sino que emplea cuidadosamente la tradición oral. Me parece increíble que después de tantos años aún no haya repetido ninguna historia y que su narración sea tan vívida.
Hace unos días, se encontraba muy enferma. Con la tos alborotada, jorobada y cansada, me pidió que entrara en su cuarto y que revisara su clóset. Cuando lo abrí, dos alas gigantes de mariposa colgaban del armario, como una prenda especial.
—Ahora son tuyas —dijo tosiendo—. Ten cuidado con las brujas y con los trolles.
Acostada sobre su cama, expiró. En ese momento, un grupo de hadillas entró por la ventana y empezó a danzar alrededor de ella. De su baile, que interpreté como un duelo de despedida, se desprendió un polvo mágico que se fundió con mi abuela y la desapareció. Una de las hadillas me miró, me sonrió y me tendió la mano.
viernes, 3 de junio de 2011
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6 comentarios:
excelente micro.
Un beso.
Debe ser intuición femenina conectada a las hadas pero ya sabía que la abuela era un hada :)
Pero es hermoso, Esteban, mucho!!!
Besos
El hada de los cuentos.
Hermoso
Y aquí estás, con un par de alas brillantes y desplegadas...
Un abrazo fuerte!
Verificación de palabra: howeet, tan parecida fonéticamente a Hobbit... :-)
Que hermosa herencia... encantado cuento encantador.
¡Cariños!
Con estos comentarios, compruebo una vez más que este micro es de predilección femenina.
Angelita, me alegra que haya sido de tu agrado.
Ananda, gracias por tus siempre amables comentarios.
Gi, está entre nosotros.
Gemma, recibe este micro como tu regalo de cumpleaños. Un abrazo fuerte para ti.
Lauri, qué alegría verte de nuevo, comentando esta serie que me resulta tan divertida escribir.
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