viernes, 17 de febrero de 2012

Del amor y sus desviaciones III

Después de vivir felices para siempre, el príncipe azul se dedicó a la haraganería. En medio de la cama real, espera sus cinco banquetes al día. Todos, manjares dignos de su trono, acompañados de finos licores, traídos de lejanos confines. La doncella, por su parte, se ha empeñado en dedicar su día entero a la crianza de sus hijos, nueve insoportables herederos al trono que la tienen al borde del colapso. Él, obeso y despreocupado. Ella, desesperada y aburrida. Ambos, condenados a la lástima eterna por la apresurada declaración de un narrador de cuentos de hadas.

7 comentarios:

Mei Morán dijo...

Un deconstrucción de los cuentos de hadas muy bien construida.
Besos

manuespada dijo...

Buena metaficción intertextual, Esteban, rizando el rizo, un doble mortal con pirueta.

Lucas Fulgi dijo...

Bueno, parece que el "felices por siempre" alcanza nomás hasta los límites del cuento. Después a estos príncipes solos les queda conocerse de verdad... jaja

Rosa dijo...

Que bueno. Me ha encantado.

Besos desde el aire

Esteban Dublín dijo...

Mei, así sucede en la vida, porque las hadas nos malacostumbraron demasiado.

Manu, gracias, no sé si llegué a tanta vuelta. Un abrazo.

Lucas, creo en el felices para siempre, pero no como nos lo cuentan los hermanos Grimm.

Me alegra mucho, Rosa. Un beso.

Daniel Frini dijo...

Tan bueno como siempre. Un gusto, maestro.

Esteban Dublín dijo...

El gusto es mío, Daniel!!!!!!!!