miércoles, 13 de junio de 2012

La mujer de arcilla

En el empeño forjado por el talento de la creación, un hombre decidió moldear a la mujer ideal. Tomó un bloque de arcilla y empezó a ahormar su cuerpo. Frente, ojos, nariz; hombros, antebrazos, brazos; manos, dedos, falanges; torso, cintura, ombligo; muslos, rodillas, tobillos. Una vez la creyó terminada, revisó cada parte en detalle, pero no se sintió satisfecho. Pulió su obra, pero, de nuevo, tampoco la sintió finalizada. Obsesionado por la perfección, retocó y retocó a la mujer, así, hasta el fin de sus días.

10 comentarios:

David Moreno dijo...

Sí quizá la mujer ideal, haya que ir moldeándola día a día... Pero ahora que nadie más nos "oye", quizá pasa lo mismo con el hombre ideal no?

Un saludo indio
Mitakuye oyasin

Víctor dijo...

No me acaba de convencer el ritmo, pero la idea es muy buena, Esteban. Esa búsqueda de la perfección, esa obsesión enfermiza por querer alcanzar lo perfecto... Un abrazo internacional.

Verónica Calvo dijo...

No voy a decir eso tan manido y evidente.
Pasa que uno mismo va cambiando y todo cambia.

Abrazos

Luisa Hurtado González dijo...

Y no has hablado de su personalidad, ésa si que es la pregunta, la verdadera pregunta que todos somos incapaces de responder ya que, indica Verónica, vamos cambiando (afortunadamente) con el tiempo.

Mei Morán dijo...

Estoy también con la pregunta de David Moreno (No Comments).
Saludos

Esteban Dublín dijo...

David, pasa exactamente lo mismo. La perfección humana está en su imperfección.

Víctor, revisaré. Quizá, como todo, es mejorable.

Verónica, nuestros intereses, puntualmente, también cambian, pero siempre tenemos esa extraña costumbre de querer cambiar lo que es, como es.

Luisa, esa ya es arena de otro costal y cuento de otra historia. Un beso.

Mei, te suscribo la misma respuesta. Un abrazo.

Elysa dijo...

Un obsesivo de la perfección que se pierde la belleza de lo imperfecto.

Besitos

Esteban Dublín dijo...

Lo dices bien, Elysa: lo imperfecto es perfecto por eso.

Narrativa Cuántica dijo...

...pues yo había entendido que, ante tan bella mujer, era incapaz de apartar sus manos de ella, y se buscaba la excusa de la "búsqueda de la perfección" para seguir tocándola... Pero sin duda se debe a mi mente enfermiza.

Aun así, la imagen, y todo el cuento me parecen admirables.

Esteban Dublín dijo...

Muchas gracias por esa visita, amigos de Narrativa Cuántica. Su interpretación, como la de cualquiera, es igual de válida. Yo, incluso, también confieso las desviaciones de mi mente.