martes, 30 de junio de 2009
Réplica
Cada vez que Irina Vasky llega a un lugar se encuentra a sí misma. En varias ocasiones se ha visto a su edad, idéntica y vestida tal cual está; pero también se ha encontrado de niña, con atuendos de tul y distintas muñecas en las manos. En una ocasión, incluso, se vio un tanto más vieja, arrugada y con un pequeño niño que parecía ser su nieto cogiéndola del brazo. Sus réplicas, en todo caso, se han manifestado de maneras aún más extrañas: así como se ha visto fundida en porcelanas también se ha encontrado retratada en pinturas o fotografías, contraviniendo cualquier explicación lógica. Al borde de la locura, Irina no soporta verse a sí misma de nuevo. Desesperada, agarra una navaja y arremete con furia sobre la primera Irina nueva que encuentra. Justo cuando le clava el puñal en el centro del pecho, la réplica deja de ser una y se convierte en dos.
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17 comentarios:
Es que hay que aprender a (con)vivir con tus otros yos, Esteban, sino acabas volviéndote loco.
Saludos lelos!!!!
No lo había pensado desde ese lado, pensaba en que eso pasa con los hombres, hay mil que salieron de un cabrón. Pero creo que hoy no puedo odiarlos, la mala últimamente soy yo y no sé cómo ser buena.
Gracias por el cuento, muchos besos
Irina no se acepta a sí misma, ni como es, ni como podría ser... y hasta se encuentra tan encerrada en sus múltiples yo, que ha olvidado ver a los que la rodean...
El final, muy bueno. Ella es la suma de todos sus yo, y nada puede cambiar eso.
Le veo un toque de ciencia ficción...
¡Y esta ha sido mi humilde interpretación! Cariños...
Qué cosas!!!!!
Me encantó Réplica, es muy bacano desatrasarse de tu blog.
Buenísimo, Esteban. La obsesión multiplicada por dos.
Me gusta tanto, que seguiré leyéndolo.
Víctor, creo que lo más difícil es aprender a vivir con uno mismo. Saludos dubliners.
Female, es que las mujeres son medio raras. El caso es que con el odio no queda nada de nada. Así que nada, entrégate y ama. Besos para ti también.
Lauri, creo que ni Irina ni muchos de nosotros se aceptan. Y sí, tienes toda la razón: vencerse a sí mismo es una utopía. Sólo queda amarse, con defectos o virtudes. Pero amarse.
Ananda, ¡así es!
Ángela, me encanta que te encanta. Y me encanta que vengas a desatrasarte.
Raúl, tienes razón. La obsesión, y el desespero, y la frustración. Y todo lo que somos y lo que queremos ser.
Nancy, dale, léelo hasta que te multiplique.
Un final doblemente bueno! Me gustó. Saludos
Gracias, Martín. Un abrazo.
Esteban: el texo me gusta, pero lo encuentro algo repetitivo; quiero decir que me suena a otros que ya he leído por acá.
Salú pue.
Muy bien, Johan, muchas gracias por el comentario. Ahora, ¿te suena la historia o el ritmo?
Irina necesita desesperadamente una temporada de terapias en el fin de los tiempos. ¿Puedes traérmela? La espero
Un saludo
Dale, Antonio, si me aseguras una leve mejoría para Irina, te la llevo.
Saludos.
Me suenan ambas cosas maestro.
Salú pue.
Excelente cuentito. Me hizo reír lo que le contestaste a Female, "las mujeres son medio raras", jaja. Es poco común crecer aceptándose (también depende de la seguridad del hogar), generalmente lo vamos haciendo con la edad y aunque cambiemos tanto en muchos aspectos, o mejor dicho, la vida nos haga cambiar y madurar, hay cierta esencia inmutable que hay que aprender a amar para saberla dominar. Digo yo, hablando demás.
Besito.
Querida Pupila, yo estoy de acuerdo contigo. Hay cosas de nosotros mismos que debemos dominar porque incluso ni a nosotros mismos nos gustan.
Un besito.
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