lunes, 26 de octubre de 2009

Captura

Cuando Teresa Maltus compró su cámara, nunca imaginó las consecuencias que producirían sus fotografías. Cada vez que obturaba, la persona, el lugar o la cosa que cubría el campo de imagen desaparecía instantáneamente, como si, por un efecto mágico, quedara archivado en el aparato. La primera vez que le sucedió pensó que tan sólo era una ilusión óptica. Pero al ver el monumento nacional sin el busto del prócer, y al niño caminando sin torso, y al firmamento con un cuadrado transparente en el medio, se dio cuenta de que no era un mero espejismo. Entonces, desesperada por el caos provocado, obturó a diestra y siniestra haciendo desaparecer todo lo que la rodeaba. Y allí quedó, con su cámara llena de unos recuerdos que no se atrevía a contemplar, llorando en medio de un infinito desierto traslúcido.

13 comentarios:

Víctor dijo...

Me gustó mucho la idea, Esteban. Relacionado con la tribu que no se deja fotografiar por miedo a que le arrabaten el alma. Pero a lo grande. Sólo una pregunta: ¿la cámara es analógica o digital? Quizás esperaba un final un poco más impactante (autoretrato, foto a un espejo...) pero de todos modos buen relato.

Un saludo.

Un Poco Rara dijo...

Sí, yo también pensé que no iba a soportar la presión y se iba a fotografiar a ella misma.
Igual me gustó la idea.

Martín Gardella dijo...

Que no se le ocurra fotografiarse frente al espejo. Veo que los lectores que me anteceden pensaron lo mismo que yo. Quizás sorprende el final, porque no sucede lo que todos creemos que va a suceder.

Campanula dijo...

Esteban este me gusto muchísimo, demasiado, no se por que, debe ser que le veo un aire trágico, que bueno es leerte.
un abrazo

Nancy dijo...

Que me preste la camarita, aquí hay ciertos bichitos (personas, animales o cosas) que podrían ser fotografiados con ella en nombre de la patria, la felicidad y las buenas costumbres... jajaja
Perdón, es que me gustó tanto que hubiera querido que fuese verdad.

Elo dijo...

Muy bueno... un poco solitario el final, pero excelente... por lo que veo todo el mundo esperaba algo, y saliste con otra cosa!

Salemo dijo...

Muy bueno.
Me identifico con el comentario de Nancy; sería bueno poder utilizar la camarita en ese sentido, hay tanto para hacer desaparecer. De ninguna manera apoyo un final auto-destructivo; hace rato que tomé posición con respecto al suicidio. Los que incentivaron ese final, tendrán que hacer terapia.

Esteban Dublín dijo...

Víctor, esa pregunta te la dejo que la respondas tú. Un abrazo.

Bays, es bueno que no te haya dado el final que esperabas.

Martín, coincido contigo. El cuento va a una parte que tal vez todos esperen, pero no se trata de que todos lo esperen.

Campa, lo bueno es verte por aquí de nuevo. Abrazos.

Nancy, si te encuentras con Teresa, yo creo que no dudaría en prestarte la camarita.

Quimera, muchas gracias. Solitario es el que no soporta su error y al tratar de enmendarlo continúa hundiéndose. Entonces es merecidamente solitario.

Miguel Ángel, lo de la terapia es una buena sugerencia. ¡No lo echen en balde, muchachos!

Julibelula dijo...

Esteban yo quiero esa cámara, no sé por qué complementa una idea perversa que tengo hace años de mandar a ciertas personas a otra dimensión o a la Guyana o algo así...

Anónimo dijo...

¡Uy!¡Que terrible! Yo creo que no puede dejar de fotografiar, así de grande es su pasión, y por eso borró todo lo que pudiera impedirle seguir adelante... pero qué contradicción...se quedó sin nada.
Me gustó, como siempre.
¡Un abrazo! Lauri

Esteban Dublín dijo...

Jilelula, yo también, específicamente a los que me robaron el equipo.

Lauri, es la paradoja de las sorpresas. Besos y abrazos hasta Temperley.

yacasinosoynadie dijo...

la fotografía junto a la literatura es mi pasión... aunque vivo más de tomar fotos que de escribir... alguna vez escribí un cuento parecido... jodidamente parecido... un abrazo Esteban...

Esteban Dublín dijo...

Déjame leerlo, Jorge. Un abrazo para ti también.