lunes, 23 de noviembre de 2009

Lesspainín

Lola Polanco se ha enterado de que existe una medicina que pondrá fin a sus padecimientos. Se trata del Lesspainín, una sustancia que diluye la tristeza. El medicamento viene en píldoras y, según expone el farmaceuta, debe tomar una cada doce horas. Juiciosamente, Lola toma las pastillas con puntualidad y repentinamente deja de sentirse afligida. Ya poco le importan su viudez y, de paso, la soledad que la viene acompañando desde que murió su unigénito, 13 años atrás. Ante el evidente alivio, la mujer se auto medica y consume más pastillas de las que debe, sin tener en cuenta las contraindicaciones, que claramente explican que el exceso de Lesspainín tiene efectos secundarios. Semanas después de infringir la norma, Lola descubre que ya le es imposible llorar como acostumbraba a hacer cada mañana y que ese molesto nudo en el pecho que sentía se ha convertido en un gozo incontenible que se manifiesta en una risa loca e incontrolable. Ahora todos en el pueblo la ven carcajeando sin cesar mientras va camina de un lugar a otro. Ante el peligro, la gente ha decidido enviar a Lola al loquero municipal.

18 comentarios:

Víctor dijo...

Es lo que tiene la química farmacéutica. Ni cura ni nada. Sólo maquilla los efectos. Duro eso de enloquecer por exceso de felicidad, Esteban, aunque muy cierto. Dicen que los tontos son más felices, ¿no? Por cierto: ¿el Lesspainín se vende con receta médica?

Un saludo.

Mauricio Duque Arrubla dijo...

La risa es subserviva sin importar su etiología, sea natural o de origen iatrogénico

Mauricio Duque Arrubla dijo...

Hola Esteban, entiendo que el Inc que me preguntaste es "incierto", entonces todo significaría "de origen incierto".

pero puedo estar inventando, habría que mirar un diccionario de la RAE donde estén explicadas las abreviaturas

Mauricio Duque Arrubla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mauricio Duque Arrubla dijo...

Efectivamente, es "incierto" ver en esta lista de abraviaturas
http://buscon.rae.es/draeI/html/abrevt11.htm

Nel Morán dijo...

No fastidies. Yo tomo Lesspainín en plan salvaje y todavía no noto nada. Por cierto, me gusta mucho tu blog NO COMAS COCODRILOS EN MITAD DE UN DESIERTO, sobre todo su fondo amarillo con ribetes verdes. Me voy, que viene la vaca rosa persiguiéndome. Adiós, o sera ateo. No sé.

Anónimo dijo...

¿Enloqueció o es lo que creen los demás? El efecto colateral de las pastillas en realidad era que el resto de las personas jamás entenderían tanta felicidad... Ese es mi final...
¡Cariños, Estéban!

Martín Gardella dijo...

Lindo seria conseguir esa medicina en las farmacias..

Zarache dijo...

Osea que la felicidad puede enloquecer. Pensado un poco, la tristeza también. Mejor reír que llorar. Un poco intolerantes los vecinos de Lola.

Esteban Dublín dijo...

Víctor, más que duro, durísimo. La teoría siempre es debatible, pero yo también creo que las personas que no son del todo conscientes del mundo en el que viven, son más felices. La receta la piden, pero no todos siguen las indicaciones.

Mauro, ¿quisiste decir subversiva, cierto? Si es así, es una rebelde. Es increíble, pero hay reuniones de gala donde está mal vista. Me río de eso.

Lauri, buen final. La felicidad, creería yo, es lo único que no está mal en exceso. Así que más risa, menos llanto.

Martín, no dudes que pronto aparecerá. Al menos, un placebo.

Lau, yo me uno a tu petición. Prefiero enloquecer de risa que de llanto. Un beso grande.

Esteban Dublín dijo...

Señor Adavín, bájele a la dosis, por favor.

Elo dijo...

La dulce ironía de los excesos...

Salemo dijo...

El cuento está muy bueno, Esteban.
Pero, personalmente, prefiero que la tristeza se vaya sola, sin ayuda farmacológica. Es que siempre me gustó aquella frase de la canción de Serrat: "se sonrió con razón como los hacen los bobos sin ella".
Para ser realmente feliz se necesitan razones. Lo otro es parecido, pero no igual.

Esteban Dublín dijo...

Dulce y delicioso, mi querida Quimera. Besos.

Miguel Ángel, yo me uno a tu pedido, pero nuestra querida amiga Lola no pudo hacer otra cosa que volverse adicta al Lesspainín cuando descubrió sus efectos. Un abrazo grande.

Citopensis dijo...

Dolor como alegría infinita.

Necesitamos sufrir para "doler" y viceversa.

O eso creo.

Esteban Dublín dijo...

Crees bien, Alberto. Crees bien.

Rebeca Gonzalo dijo...

Es lamentable que la inocencia y la alegría se interpreten hoy en día como síntomas de locura.

Esteban Dublín dijo...

Para allá vamos, querida Sechat. Es cierto que sea una lástima, pero es bellísimamente literario.