miércoles, 14 de abril de 2010
Honor
El General miró el reloj con el ojo derecho —el otro lo había perdido en un enfrentamiento militar en el que hubiera preferido morir combatiendo—, se levantó de la silla y se acomodó el tercer sol sobre el pecho. Sacó la escopeta de caza y apuntó a una gaviota posada a unos cuantos metros de la ventana. Su esposa, sorda hacía varios años, acostumbraba llamarlo a almorzar tocando tres veces la puerta. Esa tarde, justo antes de tocar la segunda, la mujer vio por el ventanal de la sala una gaviota que salía volando y, asomándose por debajo de la puerta, un diminuto río escarlata manchando su sandalia.
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26 comentarios:
Por un momento temí por la pobre gaviota, pero al final la libró. Sus razones tendría el general.
Al menos no mató a la pobre gaviota. Me gustó. Un saludo.
Esteban, hoy ando muy intuitiva pues lo supe enseguida, pero bueno, cosas de brujitas.
No está mal el cuentito, y si me lo permites, creo que lo puedes desarrollar a un relato corto.
Un abrazo.
Buen relato. Me hiciste pensar en el suicidio, me despistaste con la gaviota, para volver a la primera idea con ese hermoso final.
Te felicito
Besos
Tuve que leerlo un par de veces, hasta que lo comprendí. Y yo sufriendo por la gaviota, pobre iluso...
Un saludo.
Muy bueno. Felicitaciones.
Saludos.
Escopeta y Honor, fatídica combinación. Intuí una traición y una venganza, un ojo que no deseó ver algo que vió o llegó a comprender. Sumamos otra víctima de nuestros relatos.
Salut, Esteban
Si me permites Esteban, a mí hay una cosa de este relato que me descoloca: la primera mitad la vemos desde el general y la segunda desde su mujer. Creo que por eso no me gustó mucho.
Abrazos
Me encantó la imagen final de la sangre. Un saludo.
Y por honor decidió la hora de su muerte.
Me gustó Esteban!
Saludos!
El debía hacer como Cioran que decía que un libro era un suicidio aplazado... Por eso él escribió muchos...
Me gusta el cuento...
Saludos
Buen micro suicida. Quizás su alma continúe en la gaviota. Un abrazo
Muy bien, creo que esta vez, más que el final sorpresivo, lo que me llama la atención es la escena. Muy bien.
Esto parece autobombo pero esa no es la intención.
Terminé una serie de micros en blanco y negro en mi blog. Vaya aquí la invitación a iniciar una nueva saga a partir de los mismos elementos. Es una invitación a jugar.
http://unpocorara.blogspot.com/2010/04/que-me-contas.html
También tuve que leerlo un par de veces. Los efectos de la falta de sueño.
Le agradezco por salvar a la gaviota. Si hubiera sido una paloma, ya no.
José Manuel, está bien temer por ella, pero no era su culpa.
Óscar, me alegra que te guste. Un abrazo.
Ananda, ¿cosas de brujitas? No digas eso. Te digo: es un relato un poco más extenso. Si miras bien en el archivo de este blog, es el primer cuento de todos.
Alís, es un despiste, pero no una trampa. Abrazos.
Víctor, que no te gane el despiste. Pero sí la ilusión. Abrazos fraternos.
Alejandro, gracias. Un saludo.
Griego, suena duro, pero sí es una víctima más. Abrazos.
Jesús, gracias por tu comentario. Aunque si te fijas, es un relato narrado en omnisciente.
Pablo, debo confesar que a mí también me encanta.
Claudia, honor que podría ser cobardía, ¿no?
Luis, debo confesarte que no conozco tu referencia. Me pongo en la tarea.
Martín, interesante teoría. Abrazo.
Baizabal, así son los cuentos, como la vida.
Un poco rara (qué raro llamarte así), pasaré a revisar. Un beso.
No sé porqué pero el río escarlata me hizo acordar al “hilo de sangre” que cruzó todo un pueblo hasta llegar a la casa de los Buendía.
Me gustó Esteban!
Buen micro, me gusta mucho lo del río escarlata. Una buena mezcla de ingenio y prosa.
Walter, recuerdas una de las escenas más fascinantes de la literatura. Cien años de soledad tiene muchísimas escenas hermosas. Gran referente.
Manu, viniendo de ti, me siento halagadísimo.
Solo postergó la muerte hasta que encontró el valor.
O más bien, la cobardía lo encontró a él. Gracias por pasar, Lau.
VAYA...
Es genial.. genial
Gracias, Dis Pater. Bienvenido por aquí.
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