miércoles, 5 de mayo de 2010
La última melodía
Camille, un cantautor en auge, ha descubierto una terrible verdad: cada vez que toca su canción más popular, una persona fallece instantáneamente. Al principio no le pareció más que una extraña coincidencia, pero cuando llegaron a sus oídos todas las víctimas que había cobrado en sus conciertos, realmente se percató del peligro de su música. Camille, por supuesto, ha optado por no tocar su melodía de nuevo, pero eso, a la larga, no sirve de nada. La gente pide tanto la canción que las líneas telefónicas radiales han colapsado. Igual que las de las funerarias.
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16 comentarios:
Vale, Esteban, ahora lo pillo. Eso de "radiales" me despistó. ¿Te refieres a la radio, verdad? No lo entendía; aquí decimos "radiofónicas", por eso no lo acababa de pillar. Bueno, en tu línea y de tu estilo. La conclusión, la sacas tí, ¿ok?
Un saludo.
Hay cosas y circunstancias en esta vida-muerte que van unidas para que ambas puedan existir.
Nadie escapa de la rueda de ese destino, está comprobado.
Un abrazo.
Muy bueno. Me ha recordado a un relato de Sergi Pàmies en el que moría una persona cada vez que escuchaba el CD de un autor, pero no se resistía a ponerlo. Saludos.
muy buena historia.
Magistralmente estructurado.
Muy buena frase la del final.
8
MUY bueno Esteban, el final me gusta mucho, es muy sugerente. Como dice Daniel, la estructura está genial.
Saludos.
Qué relato más bizarro. Muy bueno y con un final inesperado :D
Es cierto, dejar de tocarla no sirve de nada... a la larga... la gente se sigue muriendo.
Buen relato
Besos
Gran final para una historia muy original. Un abrazo
Víctor, radiales, sí, de la radio. En Suramérica le decimos así.
Ananda, en la ficción todo es posible, como en la vida...
Manu, me alegra que te guste. La historia que te recuerda me parece fascinante, al menos así, el resumen argumental.
Daniel, qué alegría de comentarios.
Baizabal, pues me alegra que te guste. Yo también lo veo bien estructurado, aunque eso me queda muy mal decirlo a mí.
Gabriel, realmente no lo calificaría de bizarro. Tengo otra concepción de lo que significa eso.
Alís, como la vida.
Martín, me alegra que te guste, mi amigo.
Leí el micro desde el reader, sin percatarme de que el cuento era tuyo y dije: “Esto es Dubinesco”.
:D
Muy bueno Esteban.
De acuerdo con Martín. Bastante original la historia...
Solo por curiosidad, me gustaría escuchar esa canción jeje
Auqnue difrentes al fin. Me recordó este: http://the-vidente.blogspot.com/2010/02/cancion-y-mortandad.html
¡Me gustó!
Water, ¿tan marcado tengo el estilo? Rico verte por aquí, hombre.
Quimera, ¡cuidado! Podría resultar fatal...
Lau, voy a leerlo. Gracias. Un beso.
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