viernes, 17 de septiembre de 2010

De la libertad y sus frutos

Después de setecientos trece años desanudándose las ataduras, Meriweri quita el último metro de cuerda que cubre su cuerpo. Libre, levanta las manos al cielo en señal de agradecimiento. Un segundo después, muere de vieja.

18 comentarios:

Víctor dijo...

Sí, muere de vieja, pero libre. Que ya es.

Un abrazo internacional, Esteban.

Unknown dijo...

Iba a dejar un comentario triste y pesimista, pero las palabras de Víctor ma han abierto los ojos. Gracias a ambos.

josé manuel ortiz soto dijo...

Esteban, ¿por qué me recordó al Abate Faría? Pudo haber sido sólo un segundo, pero de libertad.

Saludos.

ie.ro dijo...

En realidad eso es la vida, un proceso de constante liberación. Y se plantea la problemática del deseo como el motor humano, cuando se satisface, ¿qué sigue? Buscar otro deseo o simplemente morir. Nunca un viejo se muere de viejo, porque en esa lógica una vaca moriría de vaca y una hormiga moriría de hormiga. Que todos muramos y que valga el para qué.

Un saludo, Esteban. Tu libro nunca me llegó, por cierto...

Elo dijo...

Que cruel Esteban jajaja

Alís dijo...

De vieja hubiera muerto igual. Al menos, logró librarse de sus ataduras y verse libre.

Besos

Claudia Sánchez dijo...

Me imagino a Meriweri sin ataduras y quizás se hubiera muerto antes. A veces la vida es solo eso, una lucha constante por la libertad.
Besos,

Esteban Dublín dijo...

Bien dicho, Víctor. Ni lo había visto por ahí.

Patricia, gracias a ti, por pasar.

José Manuel, y con eso basta, ¿no es así?

Esteban, se trata de encontrar un propósito por el cual vivir. Y así sea un instante fugaz el que la vida nos permite encontrarnos con ese sueño, hace que todo esfuerzo valga la pena. Debo comunicarme contigo. Por favor, envíame tu teléfono a mi correo electrónico.

Quimera, eso me dicen...

Alís, es un proceso fascinante el de los encuentros con nuestros propósitos.

Claudia, no sé si a veces. Creo que permanentemente se convierte en nuestro proceso natural. Un beso grande.

Unknown dijo...

Concuerdo con el consenso.
Mejor morir desatado que vivir amarrado.

Maite dijo...

Hay quien muere sin siquiera haber probado las mieles de la libertad. Buen relato. Un abrazo.

Esteban Dublín dijo...

Carlos y Maite, ustedes y el resto de lectores me han hecho ver que este cuento tiene un trasfondo filosófico que no había advertido. Eso me complace tanto como tenerlos a ustedes de lectores.

Isabel Mª dijo...

Ella nolo sabía, pero ya debía estar muerta.

Manu Espada dijo...

La libertad a veces se paga con la vida, Víctor ha estado muy acertado en su comentario.

Esteban Dublín dijo...

Isa, posiblemente.

Manu, a veces, y resulta que vale la pena.

Gracias a ambos por pasar.

Ana dijo...

Sr. Dublín:
sé que me he ido un montón de veces, la buena noticia para mí es que cada que vuelvo está ud con sus cuentos maravillosos. Vi que salió en la revista Blogjuan y me hizo feliz volver aquí, a su casita de cuentos.

Un beso y un abrazo,
antes female

Esteban Dublín dijo...

Mi querida Ana, tanto tiempo sin saber de ti... Gracias por volver.

Angela María dijo...

cruel.

besos E.

Esteban Dublín dijo...

Como la vida, mi querida Angelita. Por eso, precisamente, es que hay que tomársela con humor.