Una mañana el niño que estaba prófugo sintió las primeras detonaciones extinguidoras de la helada. Barnizó la mirilla y con ella bautizó el banco para después con el dedo fecundarlo en el coral, y así se volvió a la tierra.
Este microrrelato nace del ejercicio propuesto por Luis Britto García en su texto “Subraye las palabras adecuadas”.
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2 comentarios:
Muy bueno Esteban. Siempre estuve tentado a hacer este ejercicio. Múltiples historias en un solo micro. Un abrazo!
Martín, todos deberíamos hacer este ejercicio. Aprovecho para agradecerte, porque gracias a tu publicación en La Inter de este texto me acerqué a él. Luego, releyéndolo, me lancé al agua del ejercicio.
Un abrazo grande, amigo.
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