miércoles, 27 de febrero de 2013
Miedos
Confieso que les temo a los payasos. En las noches, en lugar de cuervos o monstruos, el visitante infaltable de mis pesadillas es un hombre colorido de pies a cabeza y con ropa holgada hasta el colmo de los zapatos. No puedo interpretar esa nariz roja que fulgura entre la oscuridad como algo diferente a un aterrador compilado de sangre que en cualquier momento manará de su rostro. Además, los cabellos desordenados del payaso se me asemejan a las serpientes que cuelgan de la cabeza de Medusa. Tiemblo de solo pensar cuando el viento arrecia sobre ellos. Inquietos y rizados, los imagino saltando de su cabeza para aferrarse a mi cuello para marcarme con un veneno fatal. Ahora quizá entiendas por qué odio las fiestas infantiles y por qué, sobre todo, me convertí en cazador de carcajadas.
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5 comentarios:
¡Cazador de carcajadas! ¡Brillante!
Un abrazo,
No tenía esa idea de un cazador de carcajadas Esteban. Me parece genial ese contra de los payasos. Como les pones un enemigo. Abrazos.
Pedro: gracias por tus palabras.
Eskimal, mi temor a los payasos es inexplicable. No encontré una mejor forma de enfrentarlos.
Muy bueno. Uno de los mejores cuentos que he visto en este blog. Saludos.
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