—¿Qué queréis? —preguntó el rey al villano.
—Lo sabéis —replicó el hombre amenazándolo con su espada—. El trono que me pertenece.
—¿Cómo os atrevéis? —dijo el monarca—. Bien sabéis que no tenéis derecho sobre él.
—¡Callad, anciano!
Entonces, con un certero movimiento horizontal, el hombre cortó la cabeza del monarca y, empuñando al cielo su espada, se asomó al ventanal del castillo gritando con arrojo: “¡Tragedia, pueblo de Lapentton! ¡Los enemigos han osado matar a nuestro rey! ¡Que tiemblen las praderas de Tretenville! ¡Que vuelen sus pájaros despavoridos! ¡Que se derrame la sangre de cada uno de sus hijos!”.
Pasmada, la gente del pueblo dirigió su mirada al vehemente discurso que se profería desde el ventanal real.
—¡Preparaos para la guerra, hombres de Lapentton! —exclamó el asesino—. ¡Acompañadme a vengar la muerte de mi padre!
miércoles, 11 de agosto de 2010
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13 comentarios:
Está bien, es un suceso terríblemente corriente. Sólo una cosa, al principio nos dices que es un "villano" y al final que es el príncipe y parece contradecirse la cosa (a no ser que fuese un hijo bastardo, claro).
Un saludo.
Supongo que el padre trata de villano al hijo porque lo sabe malvado.
Excelente!
¿Lapentton está en el norte de América? Me suena familiar la historia.
Buen relato. Y muy real
Besos
Uy, que oscuro... ^_^
Si me permites un apunte, te diría que suena muy raro "¿Cómo te atrevéis?". No sé si en latinoamérica es correcto, pero por aquí queda mejor: "¿Cómo os atrevéis?".
Siento si ha sonado pedante, no es mi intención.
Un saludo!
Esteban, es la historia que se repite por los siglos de los siglos...
El hijo, además de aspirante a la corona también resultó ser excelente actor.
¡Genial! Te ha quedado muy bien :)
Alberto, el rey no es quien dice villano, aunque sospecha de la traición. No es un bastardo. Sólo un hombre con hambre de poder.
Patricia, fífaje que no es el padre quien lo trata de villano, sino el autor del cuento.
Alís, de pronto. Tus preguntas siempre me dejan pensando.
Acuática, corregido el asunto. Un privilegio contar con lectores atentos.
José, amén.
Quimera, un personaje fascinante. Creo que este cuento daría para un buen corto.
Deigar, muchas gracias. Sigue pasando.
Y tan real!!!
Basta leer a Shakespeare para conocer la historia de la humanidad y evaluarnos, y tu cuentito, Esteban, merece un aplauso.
Un abrazo.
Es la maldición de todo "rey" saber que en su propia sangre, en sus herederos, suelen esconderse los peores enemigos.
Muy bueno.
Beso.
Ananda, tu comentario me estimula y me alegra enormemente.
Marcela, qué alegría verte de nuevo. Ojalá, algún día, en alguna entrada, todos los que han pasado por aquí comenten. Un beso.
Buen cuento, pero fijate que aunque para los latinos el lenguaje suena antuguo y apropiado, los españoles no entenderán por qué padre e hijo hablan en plural (vosotros) . los españoles, actuales y antiguos, no dice "os digo" o "sabeis" sino cuando se dirigen al tiempo a varias persona
Óscar, gracias por la observación lingüística.
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