miércoles, 9 de mayo de 2012
De los restos
De llegar a morir antes que tú —me advirtió—, prefiero la cremación, pero nunca advertí esa desaparición repentina, esa conversación incómoda que la reduciría a cenizas. Las ideas de quedar sepultada en la misma tierra donde crecen raíces o de acabar a merced de la impiedad de los gusanos le resultaban repulsivas. Ahora escucho el tic tac insoportable del reloj, el crujir de la madera cuando transito el pasillo, el silencio sepulcral de la mañana que me reafirma solitario. ¿Para qué adornar su final con adjetivos inútiles? Aquí está, como le prometí, atesorada en el jarrón que compramos juntos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Todo eso está muy bonito Esteban, cremación sí, pero...las cenizas al viento y los recuerdos en la memoria o en foto.
Saludos.
Lo de la cremación de acuerdo, lo de tenerla en casa... creo que no era la idea.
Besitos
Estimado Emascarado y querida Elysa:
Gracias por sus valiosos comentarios. A veces, la obsesión de la compañía desvía nuestros intereses más triviales. Abrazos a los dos.
Publicar un comentario