viernes, 12 de febrero de 2010

Historias baldías

Marcela es capaz de narrar sus historias en cualquier idioma. No obstante, su innegable virtud no está exenta de un babélico problema: en este mundo, ya nadie escucha a nadie.

18 comentarios:

David Moreno dijo...

Me gusto Esteban lo de babélico problema y qué verdad dices.

Muy bueno.

Un saludo indio

Manu Espada dijo...

Me ha recordado una historia real que leí ayer pero a la inversa. ha muerta una mujer en Asia que era la última que hablaba su idioma. Llevaba 40 años sin poder comunicarse con nadie en su idioma, y con ella, ha muerto su lengua.

Nel Morán dijo...

Real como la vida misma. Muchas lenguas se pierden en aras a la cultura superior. Hay que ser idiota para considerarse superior.

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

He de alabar la agudeza de ingenio de tus últimos microrrelatos.
Los prefiero algo más largos, pero las ideas están siendo muy sugerentes.

8

marialuisa dijo...

muy bueno,
además es totalmente cierto

saludos

Víctor dijo...

Paradojas de la vida, Esteban. Aunque debo precisar: "casi" nadie escucha a "casi" nadie. Porque esta histoira tuya sí la escuché/leí.

Un abrazo.

Verónica Calvo dijo...

Todavía hay quien escucha, lee y comparte y eso hace que Marcela siga con sus historias, aunque creo que quien escribe lo hace por placer independientemente, por supuesto, de quien lea u opine.

Un abrazo

Pablo de la Rúa dijo...

Me gustan las historias de mujeres políglotas. Interesante.

Angela María dijo...

Es interesante y cierta. Ya nadie escucha; es una capacidad del ser humano que se a estado perdiendo y es triste.

Saludos

Esteban Dublín dijo...

NC, a mí también me procuce fascinación el disparate bíblico, como dice García Márquez, de la Torre de Babel. Aunque creo que tengo un cuento, precisamente llamado Babel, que es mejor que este.

Manu, magnífica historia. Como para un microrrelato.

Adivín, no lo podría decir mejor. Lo increíble, aún así, es que nadie escucha.

Daniel, agradezco aquello de la agudeza. Sin duda, me halaga. Como bien he dicho al principio de este año, los lunes son relatos microscópicos y es lo que vas a encontrar; los miércoles sí serán un poco más extensos. Lo que nunca sé es la extensión de los viernes, porque así como puede salir un relato brevísimo, puede que no, porque la sección de cuentos con nombre propio es la que más trabajo me exige.

Esteban Dublín dijo...

Marialuisa, gracias.

Víctor, si hay lectores u oyentes atentos como tú, entonces no necesito que nadie más me lea o me escuche. ¡Gracias!

Ananda, tu reflexión es interesante, aunque algo utópica, ¿no crees? Te adelanto algo: eres la próxima con cuento propio.

Pablo, qué bueno, salió de casualidad, a decir verdad.

Angela, pero por fortuna quedan personas como tú, que sí escuchan y que se preguntan qué es lo que sucede.

Martín Gardella dijo...

Esteban, debo confesarte que este no me termina de cerrar. Aunque creo que esconde una sabia reflexión en el final (y muy buenas intenciones de tu parte), me parece que la idea (original, por cierto) podrìa haber dado para más. Un abrazo

Elo dijo...

La triste realidad

Esteban Dublín dijo...

Martín, te agradezco la crítica. Creo que con este cuento, más allá de contar una historia, quería plantear una reflexión.

Quimera, triste, pero aún así es algo que depende cambiar de nosotros, nosotros, me refiero, a los que contamos historias.

María Isabel Gómez Castillo dijo...

Real como la vida misma.
Un abrazo.
Isabel

Esteban Dublín dijo...

Gracias, Isa. Abrazos.

Marcela dijo...

Bueno, muchas gracias!
Estuve sin tiempo, por eso tardé en venir a comentar. Es una sorpresa, porque, honestamente, no había leído lo de los cuentos a quienes dejaban su nombre. Me puse como seguidora solo porque me gustaba el blog, así que, muchas gracias por este regalo.
Y sobre el cuento: yo creo que aún hay quienes escuchan. De hecho, me encanta que me cuenten historias. Por eso intento devolver lo que muchos me dan.
Un beso.

Esteban Dublín dijo...

Marce, gracias a ti, por confiarme tu nombre. A veces el ejercicio me resulta difícil, pero siempre es gratificante. Un beso para ti.